Esta es la secuela de The Sword and the Sorcerer, una de las mejor valoradas –según la propia filmaffinity- de las películas de Albert Pyun, y eso no dice nada, es una secuela enormemente tardía –casi treinta años- y una segunda parte que nadie quería, empezando por su propio director o esa impresión da.

Los vínculos con The Sword and the Sorcerer son bastante laxos y no es necesaria ver la anterior película para entender esta, lo cual es bueno, lo malo es que no hay forma de entender esta película por ningún lado.

De partida prácticamente no tiene presupuesto, no es que sea barata, es que no hay dinero por ningún lado, la mayor parte se gasto en contratar a Kevin Sorbo que es un actor de serie B, casi serie C, y el resto son unos totales desconocidos sacados Dios sabe dónde. ¿Extras? ¿Qué es eso? En serio, ni siquiera tienen extras así que tampoco tenemos escenas de multitudes.

¿Escenografía? Tampoco hay, una cueva hecho con papel corrugado es la tumba de la bruja o lo que sea, luego le ponemos alfombras en las paredes –tratando de que pasen por tapices- y ahora se transforma en un palacio, y quitamos de nuevo las alfombras, etc., etc., tampoco vamos a ver escenas que ocurran en poblados o en ciudades que no sean un mal modelo CGI, olvídense de ver calles o callejones, o extras.

Los efectos especiales son otro caso, no hay dinero así que todo se limita a unas cuantas prótesis, algunos filtros para poner color raro en las escenas y un increíblemente vergonzoso naufragio CGI, digno de un juego de PC del año 97, en serio, es tan increíblemente malo y vergonzoso que deja al minotauro de El Rey Escorpión II como una maravilla animatrónica.

Pero viendo que no hay presupuesto el director trata de compensarlo con buenas escenas de acción o trabajando en un guion atractivo ¿No? Error, tampoco hubo dinero para contratar un guionista, y no exagero, las escenas de “acción” son pésimas y vergonzosas, ni siquiera tiene coreografía y son tremendamente aburridas, y en cuanto a la historia, apenas hay y como no hay dinero para nada tiene que rellenar con conversaciones, eternas y aburridas conversaciones, y mas conversaciones, creo que pasan más tiempo conversando que haciendo cualquier otra cosa, porque hacer cualquier otra cosa requeriría de dinero, dinero que no hay.

Ah, y la sorpresa final…