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Voto de Jordirozsa:
6
3,7
102
Terror
A principios del siglo 17, la joven inocente Persephone es falsamente acusada y llevada a juicio. Su destino parece claro hasta que aparece la misteriosa Reverenda Madre ofreciéndole no sólo asilo, sino esperanza. La Reverenda Madre es la líder de un pequeño lugar de retiro religioso en el que sus compañeras dedican su vida al Señor y buscan redimir su pasado. Pero nada más llegar, Persephone tiene visiones y se da cuenta de que esto no ... [+]
11 de enero de 2021
16 de 17 usuarios han encontrado esta crítica útil
Después de ver la película, puedo entender el paupérrimo voto que la base de datos de la casa me dice que le han otorgado mis 'almas gemelas'. En nuestra época, una película en la que Paul Hyett parece hacer un guiño a las producciones de la también británica Hammer (por la que desfilaron Vincent Price, Cristopher Lee o Peter Cushing, entre otros de culto).
No es de extrañar que se plantee una historia en los términos de un tiempo, al que los de mi generación veneramos con cierta fascinación, y que estos planteamientos choquen en nuestros días. Por esto, igual se ha sobrecargado con los toques de gore (para mi gusto un tanto excesivos) a los que estan acostumbrados los espectadores que no conocen aquella época dorada del terror, a la que, me da a mí la impresión, se ha intentado emular en esta cinta.
Sin tanto aspaviento y con menos recursos (los directores Terence Fisher, Don Sharp o Alan Gibson quizás se habrían flipado más que Hyett, si hubiesen dispuesto de las tecnologías actuales de efectos digitales y demás...), se rodaron películas de referencia obligada, a las que he recordado en varios momentos al visionar 'The Convent' (con subtítulo 'Forgive us our Sins'). Y para más, aunque residual, la interesante aparición en la introducción de Michael Ironside (el mítico Ham Taylor de las 'V' series de nuestra infancia), al que parece ser que los años no han tratado tan mal.
Con todo, pues, la película tiene su sentido y su gracia; y constato esas reminiscencias con una historia argumental análoga: una presencia demoníaca que infesta un convento, sembrando el horror hasta que en medio de este siniestro escenario (por cierto muy bien ambientado, sin cargar demasiado el asunto de artificios), la heroína a modo de Juana de Arco se enfrentará a lo maligno como Van Helsing lo hace frente a Drácula. De hecho, habría sido lo mismo si las monjas medio zombies-medio poseídas hubieran sido vampiros.
El esquema narrativo, calcadete a títulos como 'Las cicatrices de Drácula', 'Las novias de Drácula', 'Drácula, el príncipe de las tinieblas...' reproduce esa estructura básica de monstruos, víctimas, cómplices de los monstruos y los del equipo de los héroes.
Excelente encuadre: claros-oscuros, decorados rústicos. Se sirve de las sombras, de la reproducción de ruinas y espacios cochambrosos, y sin demasiados efectos visuales. También brillante la fotografía, y nada desperdiciable la banda sonora que, unida a los efectos sonoros adicionales (sin abusar de ellos), contribuye eficazmente a crear el clima adecuado. Y como en otras ocasiones sucede, es la orquesta, considerada un elemento secundario, el que trae a flote la historia desde su plano narrativo musical.
Las interpretaciones son bastante adecentadas. Y especialmente cuidada la de Persephone. Si bién en la primera escena, ante aquella especie de tribunal, su presencia se antoja de un ñoño que no augura nada bueno al principio.
En definitiva: reproducimos aquí una historia de terror gótico que va más a lo fantástico que a "dar miedo", aunque podríamos decir que hay cóctel de ambos.
No es de extrañar que se plantee una historia en los términos de un tiempo, al que los de mi generación veneramos con cierta fascinación, y que estos planteamientos choquen en nuestros días. Por esto, igual se ha sobrecargado con los toques de gore (para mi gusto un tanto excesivos) a los que estan acostumbrados los espectadores que no conocen aquella época dorada del terror, a la que, me da a mí la impresión, se ha intentado emular en esta cinta.
Sin tanto aspaviento y con menos recursos (los directores Terence Fisher, Don Sharp o Alan Gibson quizás se habrían flipado más que Hyett, si hubiesen dispuesto de las tecnologías actuales de efectos digitales y demás...), se rodaron películas de referencia obligada, a las que he recordado en varios momentos al visionar 'The Convent' (con subtítulo 'Forgive us our Sins'). Y para más, aunque residual, la interesante aparición en la introducción de Michael Ironside (el mítico Ham Taylor de las 'V' series de nuestra infancia), al que parece ser que los años no han tratado tan mal.
Con todo, pues, la película tiene su sentido y su gracia; y constato esas reminiscencias con una historia argumental análoga: una presencia demoníaca que infesta un convento, sembrando el horror hasta que en medio de este siniestro escenario (por cierto muy bien ambientado, sin cargar demasiado el asunto de artificios), la heroína a modo de Juana de Arco se enfrentará a lo maligno como Van Helsing lo hace frente a Drácula. De hecho, habría sido lo mismo si las monjas medio zombies-medio poseídas hubieran sido vampiros.
El esquema narrativo, calcadete a títulos como 'Las cicatrices de Drácula', 'Las novias de Drácula', 'Drácula, el príncipe de las tinieblas...' reproduce esa estructura básica de monstruos, víctimas, cómplices de los monstruos y los del equipo de los héroes.
Excelente encuadre: claros-oscuros, decorados rústicos. Se sirve de las sombras, de la reproducción de ruinas y espacios cochambrosos, y sin demasiados efectos visuales. También brillante la fotografía, y nada desperdiciable la banda sonora que, unida a los efectos sonoros adicionales (sin abusar de ellos), contribuye eficazmente a crear el clima adecuado. Y como en otras ocasiones sucede, es la orquesta, considerada un elemento secundario, el que trae a flote la historia desde su plano narrativo musical.
Las interpretaciones son bastante adecentadas. Y especialmente cuidada la de Persephone. Si bién en la primera escena, ante aquella especie de tribunal, su presencia se antoja de un ñoño que no augura nada bueno al principio.
En definitiva: reproducimos aquí una historia de terror gótico que va más a lo fantástico que a "dar miedo", aunque podríamos decir que hay cóctel de ambos.
SPOILER: El resto de la crítica puede desvelar partes de la trama.
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spoiler:
El argumento no tiene demasiado secreto. No hace falta ser Agatha Cristie para desarrollar un guión que, como ya estoy comprobando con cierto hastío en varias películas en lo que llevamos de década, se resuelve un tanto de manera precipitada, torpe, a modo de antojo improvisado. No acabo de entender esa contumaz tendencia de los guionistas a dejarnos con la duda de si lo que se acaba es su imaginación creativa, el dinero, o el tiempo de duración máxima de la cinta, que la moda fija entre 75 y 95 minutos.
Pero es lo que hay: el ritmo narrativo, con la expectativa de una hora y 25 que nos dura la película, permite prever un final bastante chapucero, con sangre, gritos, confusión y miembros despedazados, las heroínas yéndose de rositas después de terminar la faena, y una buena hoguera de fallas que consume el convento, precisamente a modo de las historias que la Hammer adaptó de E.Alan Poe con Vincent Price de protagonista.
Bueno el 'planting' simbólico los ojos: brillantes en las fieras demoníacas sobre rostros más maquillados por la oscuridad, que por recargados colorines. Y arrancados en las desdichadas que caen en sus manos.
Interesante esta simbología de los ojos, que tiene su máximo momento en el acto de la hermana que se los quita y los ofrece, como aparece en las imágenes de santa Lucía (hay una de las monjas que se llama 'Lucilla'), que en las representaciones iconográficas de los santos así aparece, pues según la tradición, los romanos la torturaron sacándole los ojos.
Curioso es el cruce de tesituras de dos de los personajes que cumplen el papel prototípico en esta clase de cuentos: el de la 'novicia desertora', que en su papel de ave de agüero advertiente (vestida de negro como el cuervo), acaba siendo la que aúpa a la heroína a cumplir su cometido, echando a la malvada superiora al fuego (mas mala la 'jefa' de las monjas que el propio demonio que por allí merodea y las posee). Y quién sería el príncipe azul, que suele aparecer como soporte de caballería que ayuda y se lleva a la princesa, el desdichado Ellis, termina con el rol de mensajero comparsa, finalmente seducido por la amada convertida en monstruo (otra referencia a Drácula).
Y para más inri, el chico torpecillo, no sólo no logra salvar a su querida, sinó que ésta castra (nunca mejor dicho para deleite de amantes del psicoanálisis) sus intenciones con un mordisco que le deja la yugular al aire soltando sangre a chorro.
Sin demasiada capacidad de empaste, el guionista parece remover un batiburrillo mezclado de elementos del cristianismo, la demonología e incluso de la mitología clásica: curioso que la protagonista se llame Persephone (como Perseo), y corta con una hoz la cabeza de la última posesa, y la deja clavada en una estaca, como la cabeza de medusa, yéndose de espaldas para no ver aquellos ojos relucientes que se abren después de los títulos de crédito, no sea que se convirtiera en piedra.
En fin, uno espera que el asunto se resuelva con un exorcismo o algo así, pero termina como una especie de festival Vikingo, con demasiado desparpajo, pareciéndose la chica dejar el convento en llamas a Rambo después de montar uno de sus estropicios.
A pesar de esto le pongo el 6, ya que tiene elementos bien currados y al fin y al cabo resulta entretenida... e interesante. No más.
Pero es lo que hay: el ritmo narrativo, con la expectativa de una hora y 25 que nos dura la película, permite prever un final bastante chapucero, con sangre, gritos, confusión y miembros despedazados, las heroínas yéndose de rositas después de terminar la faena, y una buena hoguera de fallas que consume el convento, precisamente a modo de las historias que la Hammer adaptó de E.Alan Poe con Vincent Price de protagonista.
Bueno el 'planting' simbólico los ojos: brillantes en las fieras demoníacas sobre rostros más maquillados por la oscuridad, que por recargados colorines. Y arrancados en las desdichadas que caen en sus manos.
Interesante esta simbología de los ojos, que tiene su máximo momento en el acto de la hermana que se los quita y los ofrece, como aparece en las imágenes de santa Lucía (hay una de las monjas que se llama 'Lucilla'), que en las representaciones iconográficas de los santos así aparece, pues según la tradición, los romanos la torturaron sacándole los ojos.
Curioso es el cruce de tesituras de dos de los personajes que cumplen el papel prototípico en esta clase de cuentos: el de la 'novicia desertora', que en su papel de ave de agüero advertiente (vestida de negro como el cuervo), acaba siendo la que aúpa a la heroína a cumplir su cometido, echando a la malvada superiora al fuego (mas mala la 'jefa' de las monjas que el propio demonio que por allí merodea y las posee). Y quién sería el príncipe azul, que suele aparecer como soporte de caballería que ayuda y se lleva a la princesa, el desdichado Ellis, termina con el rol de mensajero comparsa, finalmente seducido por la amada convertida en monstruo (otra referencia a Drácula).
Y para más inri, el chico torpecillo, no sólo no logra salvar a su querida, sinó que ésta castra (nunca mejor dicho para deleite de amantes del psicoanálisis) sus intenciones con un mordisco que le deja la yugular al aire soltando sangre a chorro.
Sin demasiada capacidad de empaste, el guionista parece remover un batiburrillo mezclado de elementos del cristianismo, la demonología e incluso de la mitología clásica: curioso que la protagonista se llame Persephone (como Perseo), y corta con una hoz la cabeza de la última posesa, y la deja clavada en una estaca, como la cabeza de medusa, yéndose de espaldas para no ver aquellos ojos relucientes que se abren después de los títulos de crédito, no sea que se convirtiera en piedra.
En fin, uno espera que el asunto se resuelva con un exorcismo o algo así, pero termina como una especie de festival Vikingo, con demasiado desparpajo, pareciéndose la chica dejar el convento en llamas a Rambo después de montar uno de sus estropicios.
A pesar de esto le pongo el 6, ya que tiene elementos bien currados y al fin y al cabo resulta entretenida... e interesante. No más.