Una sola palabra para definirla ADICTIVA.
Alessandro Fabbri, Ludovica Rampoldi y Stefano Sardo, son los artífices de una de las grandes revelaciones del audiovisual europeo a nivel de series televisivas, junto con la danesa ´1864´. Bien es cierto que países como Reino Unido tiene una gran tradición de excelentes series televisivas, y últimamente Dinamarca y Suecia están pegando fuerte. Pero desde luego Italia no había lanzado aún un producto televisivo de semejante calidad, el único antecedente similar podría ser ´La meglio gioventù (La mejor juventud)´.
1992, es un excelente ejercicio de documentación, y prueba de ello son las referencias televisivas y políticas de la época. Aunque avisan de que los hechos y los personajes son producto de la imaginación de los creadores, uno siente como real lo que ve. Desde luego que una serie no se sustenta en el nivel de ambientación, y 1992 no sería tan excelente serie si no contara con un guión sublime. Sus tramas están muy bien hilvanadas y los personajes no parecen autómatas que cumplen con lo que dice el guión. Al contrario, los sientes humanos y cercanos, te identificas.
Además la formula en la que se desarrollan los capítulos, con un final que te dejará con ganas de ver el siguiente capítulo hace más llevadero las tramas políticas de la serie. 1992 es eso, es un reflejo de la sociedad italiana (o española) desde el prisma de la política, la televisión y la justicia, y como todas éstas conviven y se nutren de la corrupción. Había muchas formas de abordar un tema así de complejo, pues abre muchas heridas mal cerradas.
La relación de la política con la mafia, el juego de la televisión bailando el agua al poder para perpetuarse a sí misma, y una parte de la justicia intentando no corromperse a la vez que lucha contra la corrupción. Una compleja red en la que los personajes principales se ven envueltos y a la vez son conductores, interrelacionándose unos con otros.
Su banda sonora es simplemente perfecta y visualmente además es hipnótica. Por tanto 1992 es un producto televisivo genuino, uno siente cierta envidia sana de ver lo que se puede hacer con un buen presupuesto, un guión sólido y buenas interpretaciones.