Cuando el británico J. Lee Thompson comenzó a rodar “Los reyes del sol” se encontraba en la cúspide de su popularidad. Sus películas anteriores como “Los cañones de Navarone”, “El cabo del terror” y “Taras Bulba”, habían sido éxitos de critica y sobre todo de público y casi todos estaban de acuerdo que era uno de los directores más entretenidos de los años sesenta y todo parecía presagiar que podía convertirse en un grande del género.

Desgraciadamente no fue así. Todo empezó a torcerse a raíz de esta película que tras su fracaso hizo que se replantease sus historias y se acercarse a la comedia romántica sin tampoco ningún éxito.

Y es que la historia de los mayas que abandonan sus tierras y van a parar a otras -las relucientes de Estados Unidos, como no- huyendo de sus enemigos es cuando menos un despropósito, a pesar de que podía ser muy atractiva. La mezcla de indios sacados de un western, con indígenas precolombinos, y con cierto aire de película de faraones egipcios es demasiado arriesgo como para que saliese bien.

No acompañan tampoco los actores, sobre todo un soso George Chakiris, que si para “West side Story” valía, para aquí no lo hace en absoluto. Tampoco Yul Brynner, más centrado en mostrarnos sus abdominales y desnudos que en conseguir un buen registro como actor.

Además el mensaje religioso, en este caso de claro trasfondo cristiano es completamente insensato cuando se intenta abordar la historia de los mayas, y más concretamente acercarse a la cultura indígena del Mississippi, que por cierto no conocían la escritura, al contrario de lo que se nos dice en la película.

Todo ello es una excusa para de forma reiterada traer a colación, la estupenda tierra a la que han llegado y la necesidad de trabajar juntos en contra de los posibles invasores que vendrán de fuera a traer la guerra. Lo mejor, sin duda una buena escena bélica en la parte final y algún que otro sacrificio al principio con buenos planos aéreos que sin lugar a dudas debió de ver Mel Gibson para rodar su “Apocalypto”.

Una cosa más, aunque los guionistas de la película, Elliott Arnold (“Flecha rota”, “Alvarez Kelly”) y James R. Webb (“Apache”, “La conquista del oeste”) fueran consumados del género, esta no es ni mucho menos un western, sino una de aventuras que transcurre a principios del siglo XV. Por favor rectifíquenlo señores de Filmaffinitty.