Al margen de entrar en disquisiciones sobre lo que debe ser una verdadera película de culto, que evidentemente “El buque maldito” no lo debe ni puede ser, el producto ante el que nos encontramos tiene suficientes elementos de interés como para excluirlo de la verdadera basura cinematográfica de terror que se ha hecho en nuestro país antes y ahora.

Meritorias e inquietantes resultan muchas escenas tenebrosas rodadas en el “barco”, y no cabe duda que la forma de tratar a los monjes zombies –lo de que son templarios no lo tengo tan claro, podían ser toreros también o lo que quieran- en algunas secuencias como su salida de las aguas y llegada a la playa demuestran al menos oficio y estilo por parte de Amando de Ossorio.

Y poco más, las actuaciones son horrorosas, el guión chusquero, lento y previsible, además que la falta de medios económicos no la puede salvar ni la imaginación de Peter Pan.

Demasiado poco por tanto para ofrecer, si no es más como estudio sociológico de una piel de toro tardofranquista, que se iba lentamente liberando de ciertas censuras e iba ofreciendo una provocación que se basaba más en el romper temático que en el crear sublime.

De ahí a que esto se edite en DVD y la gente lo compre, creo que va un mundo.