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España España · Cines Astoria Alicante
Voto de Bloomsday:
7
Drama El inmortal texto de William Shakespeare sobre los celos según Orson Welles. (FILMAFFINITY)
15 de agosto de 2008
41 de 43 usuarios han encontrado esta crítica útil
Orson Welles –en otro de los episodios de su cíclica lucha contra la escasez– tuvo que rodar esta película como si la cámara fuera la mirada de un personaje observando desde el propio escenario, y no tanto la habitual perspectiva de espectador de platea, anteojos y amplia perspectiva de los recovecos de la secuencia.

Sin duda, esa puesta en escena otorga verosimilitud y cercanía, disimulando en parte las dificultades de la producción. Y lo hace exprimiendo cada esquina, cada hueco, recurriendo a planos cortos entre el gentío que potencian el polvo del camino, las plumas de los sombreros y las sombras, dando dinamismo y grandilocuencia a esos corredores de roca sin más estandartes que las huellas del tiempo sobre la mampostería.

Muchos diálogos, además, fueron añadidos después del rodaje al no poder grabar sonido e imagen a la vez, con lo que se recurrió a colocar en off al personaje o a mostrar al actor de perfil o de espaldas. En todo caso, y pese a los esfuerzos de la hija de Welles por restaurar algo del sonido años más tarde, aún se observan discrepancias importantes entre los gestos y las palabras. De hecho, en ese desesperado intento por arreglar el producto se encontraron diálogos y efectos sonoros grabados en una única pista, con lo que el proceso de restauración y separación fue muy complejo y solo en parte satisfactorio. Los diálogos, así, han quedado “tocados”. Pero también podemos apreciar un ridículo uso de la música en ocasiones, siendo la partitura más un apéndice que un componente del metraje.

Recomiendo –no queda otra– que se fijen en las imágenes y en la estructura de los planos (y no tanto en el juego de equívocos que plantea el guión). La gracia de esta cinta radica en la forma que tiene Welles de sortear la insuficiencia de medios y las adversidades (vestuario que no llegaba a tiempo, rodaje en multitud de escenarios que debían simular una unidad de espacio etc.) mediante una realización que reforzaba el detalle y la composición dramática del plano tratando de ocultar –con imágenes oblicuas de columnas, arcos o rostros– la sospecha de que los escenarios utilizados eran ya lugares más propios de turistas y fotos que de caballeros venecianos y temibles flotas turcas.

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El título de esta opinión es un recuerdo borroso de una conversación de Charlton Heston y Samuel Bronston –comentada, creo, en algún capítulo de 'Qué grande es el cine'– en la que bromeaban acerca de un callejón del decorado de '55 días en Pekín' que, pese a haber sido construido, no ocupó finalmente ni un solo fotograma de la película de Nicholas Ray.
Bloomsday
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