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España España · Cines Astoria Alicante
Voto de Bloomsday:
5
Drama Cuando un joven de origen puertorriqueño es acuchillado hasta la muerte en un barrio hispano, tres chicos de una banda italo-americana son acusados del crimen. Hank Bell, el ayudante del fiscal del distrito, un hombre con ambiciones políticas, los envía a prisión. Pero, conforme avanza la investigación del caso, se da cuenta de que la trama es mucho más compleja de lo que parece. Adaptación de la novela de Evan Hunter "A Matter of Conviction". (FILMAFFINITY) [+]
26 de julio de 2010
27 de 35 usuarios han encontrado esta crítica útil
Otra vez Lancaster y su socio Harold Hetch buscando historias, proyectos y personajes de interés.

Frankenheimer era por entonces aquel un director en alza, joven promesa… aún no ese director consagrado al que Lancaster habría de recurrir con frecuencia por motivos controvertidos –quizás por su talento, por dejarse hacer… Quizás 50%-.

En esta cinta, vaticinando alegremente, el peso de la estrella pareciera imponerse al del realizador, y quizás sea entretenido elucubrar sobre quién tenía el voto dirimente en caso de empate. Opiniones al respecto hay de todos los colores.

Argumentalmente hay un esquematismo plúmbeo y avejentado, aunque se planteen temas para el debate con una moderada habilidad dramática. Pese a todo, su afán de didactismo social recarga demasiado el acabado final. Incluso cae en una encorsetada previsibilidad por su afán a la hora de introducir situaciones y perspectivas que evitaran maniqueísmos.

Técnicamente se observa una tendencia –la secuencia de la persecución o el asesinato del inicio son representativas- a introducir todo tipo de resortes visuales con la incontinencia típica del novato que busca hacer méritos abriendo la mayor cantidad de bocas posible. Es un trabajo tan apabullante y musculado –para la época y la experiencia del realizador- como artificial y en determinados momentos el ojo, en consecuencia, no descansa.

Por lo demás, hay momentos de buen pulso narrativo y planificación que avanzan mucho del Frankenheimer posterior; su inmenso cuidado en detalles de academicismo pretencioso, introspectivo y físico, donde la imagen jalonara narrativamente elementos clave de la historia (los planos distribuyen los rostros en función de su intensidad dramática, por ejemplo). Paralelismos que recuerdan ese nervio tan de los 60 propio de muchos directores de su generación, y que en gran parte supusieron un suma y sigue del trabajo de realizadores como Don Siegel o Sam Fuller (cineastas de alguna forma bisagra que se foguearon en la serie B abriendo sendas de un cine frenético y con un sentido más explícito de la violencia física y psicológica).
Bloomsday
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