Creí que no iba a acabar nunca. Vaya guión para niños: diálogos tontos y sosos, situaciones increíbles, giros de guión tras otro giro apenas dos minutos después del anterior,... y encima larga. Cuando crees que por fin se va a terminar, pasa otra cosa que no se la cree ni Dios y el director consigue alargar la película otros 10 minutos. Además se pierde ese espíritu de la serie de la serie de dibujos que, no nos engañemos, así es como hemos conocido la mayoría a este personaje. En la serie se le ponía de ladrón de guante blanco bonachón, que vivía para asestar otro nuevo golpe a algún ricachón de la Costa azul. Pues bien, el que espere ese espíritu que no la vea. El que quiera ver tramas políticas ocultas, algo de brujería para niños, una pizca del peor Indiana Jones y un estilo visual demasiado pop para el Paris de principios de siglo (las gafas de sol de Lupin y su traje entallado color berenjena no se atrevería a llevarlos ni Agatha Ruiz de la Prada) que lo vea, aunque ni con esas. Iba a decir que lo mejor de la película es la fotografía, pero la verdad es que el ritmo de videoclip para una película supuestamente de época, es que no. Con el buen cine que hacen a veces los franceses no se por qué se dejan los millones en imitar a los americanos.