Película de serie B, de los gloriosos años 50, tremendamente infravalorada, por lo que aportó a posteriores filmes: ni más ni menos que las hordas zombis que retomó George A. Romero en su clásico "La noche de los muertos vivientes" (1968). En el filme que nos atañe, veremos como unos alienígenas invisibles se apoderan de los cuerpos de los muertos para invadir el planeta Tierra, atacando y saboteando todas las instalaciones. Los cadáveres pasan a ser los trajes de los invasores. Curiosamente, solo emplean cadáveres masculinos, que andan muy lentos y trajeados, como en el filme de Romero, como ya señaló en una anterior crítica Tiznao. De hecho, en los diálogos en inglés oiremos hablar de los "walking dead".

Este empleo de muertos también se utiliza en un filme simultáneo a éste, pero con una fama pésima, "Plan 9 del espacio exterior" del celebérrimo Ed Wood. Sin embargo "Invasores invisibles", aunque de serie B, no cae en una exageración y bizarrismo que supere la de los filmes de Corman, aquí apenas veremos a los alienígenas. Todo transcurre con pocos actores y apenas dos decorados, uno de ellos un presunto laboratorio-refugio. Comparte con las de Corman el uso de los exteriores de Bronson Canyon y sus cuevas, realmente túneles de una explotación minera, y que serán la entrada al laboratorio secreto. Machismo de garrafón y mensajes nada subliminales, así aparecen dos científicos, uno demasiado pacifista - por eso lo escogen los alienígenas como mensajero para una rendición - y otro demasiado cobarde y traicionero, por contra el militar, como siempre en estos filmes, es el valiente que se enfrenta a todos los problemas y de paso se lleva a la chica, influenciada por esa emanación de feromonas masculinas de macho-alfa.

En fin, película de su tiempo, con ese toque zombi tan original y que daría paso a un subgénero que arraigó en los 70 y en el siglo XXI.