Quiero y no puedo del cine de espías a lo 007. En este filme la villana tiene gran peso en la trama, de hecho da nombre a la película, como en los antiguos filmes de otra "amenaza amarilla", Fu-Manchú, maquiavélico, intrigante y amoral donde los haya. Y Madame Sin no se queda corta en todos esos aspectos. Sin embargo el guión se queda cojo en el dimensionamiento de la organización de Sin, parecen cuatro tíos disfrazados con un helicóptero y poco más, que viven en un caserón en una isla, con varios científicos que trabajan apretujados. No hay quién se crea los viles planes de Sin, que, por cierto, también se ven en varios filmes de Bond. Si bien la dupla Bette Davis- Denholm Elliot roza la perfección, Wagner - que se reservó el rol de productor ejecutivo - no parece ser el peligroso agente secreto ejecutor que se presupone, sino, más bien, otro pardillo perdedor tan típico de los años 70. Tampoco la historia está muy allá, donde no se entienden las motivaciones del personaje de Wagner, capaz de secuestrar un amigo suyo porque "es un reto", con una trama pueril con momentos involuntariamente cómicos y que no vienen a cuento (ver spoiler). Y luego está el tonto final.

El conjunto es un film mediocre, olvidable, donde la Davis merecía más. Otro film setentero más sobre perdedores.