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España España · Pamplona
Voto de Meroe:
7
Serie de TV. Animación. Terror Serie de TV (2016-Actualidad). 2 temporadas. 26 episodios. Un adolescente descubre que es un Ajin y huye antes de que experimenten con él. Pero cuando otro Ajin decide plantarles cara, deberá decidir de qué lado está (FILMAFFINITY)
8 de agosto de 2016
15 de 15 usuarios han encontrado esta crítica útil
  Hay veces que se da tanto bombo y platillo a un anime antes de lanzarlo al juicio popular, a la vista de todos, que las expectativas forjadas a raíz de una premisa rompedora y emocionante se quedan en eso, en simples expectativas. El producto final no está a la altura de la idea -fantasía, en realidad- alimentada, de modo que muchas veces los espectadores se limitan a darle la espalda al recién nacido, subrayando sus errores y olvidando sus virtudes. Ajin es el ejemplo más reciente.

  En primer lugar diré que Ajin es una buena serie; no espectacular ni excelente, pero si que es buena. Intensa, madura y original, diferente a los animes de su clase como Parasyte o Tokyo Ghoul. Personalmente a mi me ha gustado bastante, especialmente por su determinación a alejarse de lo convencional. Claro que las personas que valoren la estética por encima del guión no estarán de acuerdo conmigo, y es que el mayor error de los creadores de Ajin ha sido el hacerla en 3-D. Ha sido de hecho un gran error. Visionar un solo minuto de Ajin es suficiente para comprobar que, visualmente hablando, éste anime es un fiasco. Los movimientos de los personajes se ven forzados y articulados, como si fueran androides en lugar de seres humanos; por no hablar de las expresiones faciales, rígidas y en absoluto naturales. Apenas hay movimientos secundarios como la ropa o el pelo, y todo ello resta una poderosa cantidad de realismo al anime. Ese es el gran pecado de Ajin: olvidar que el fin de toda historia es lograr verosimilitud, que el público se crea lo que ve.

  Un diseño así solo lo hubieran soportado animes de la talla de Death Note o Monster, ya que su soberbia fuerza argumental habría dejado la estética relegada a un discreto segundo plano. Pero Ajin no es tan buena y por eso resulta más evidente su defecto. Sin embargo si conseguimos olvidar el dibujo y nos centramos en la historia que nos cuentan nos encontraremos con una serie sumamente atractiva, interesante y profunda. Antes la he comparado con Parasyte y Tokyo Ghoul pero éste anime es diferente, de hecho busca diferenciarse, busca su propia voz y eso es algo que he aprendido a valorar profundamente. Solo de entrada ya atrae.

  En el mundo se descubrió la presencia de una increíble especie a la que se denominó Ajin, cuya mayor característica -y lo único que los diferencia de las personas corrientes- es que no mueren. Mejor dicho, mueren y luego resucitan sanos e íntegros. El mundo los considera fenómenos inhumanos y los gobiernos los tratan como ratas de laboratorio, si bien en esencia son tan humanos como cualquiera. De hecho la única forma de saber si alguien es un Ajin sería matándole, de modo que aunque oficialmente haya 45 casos en el mundo en realidad podría haber miles, millones incluso. Si se trata de una mutación o alguna clase de parásito, todavía no se sabe. La historia comienza con Nagai Kei, un joven con una vida normal que por accidente -literalmente- descubre que es un Ajin y debe huir antes de que lo atrapen, dejando tras de sí todo su mundo. Por una cara de la moneda están las autoridades políticas y médicas dispuestas a hacer lo que sea por cazarle. Por la otra, cierto experimentado Ajin determinado a hacer que el mundo deje de ver a los suyos como esperpentos, si bien no le importa sacrificar peones inútiles, Ajin o no.

  Dejando a un lado la premisa, atrayente en esencia, la historia de Ajin está sorprendentemente bien llevada; es muy realista y madura, y a pesar del abanico de personajes que podrían dar lugar a dispersar el argumento, todos hacen su papel de forma natural y comedida, perfecta, dejandole a Nagai Kei el peso del protagonismo y a Satõ el del antagonista. Sin embargo Ajin resulta ser más inteligente y complicado, con un trasfondo psicológico que define la naturaleza humana actual: nadie hace nada si no le implica directamente.

Basicamente Ajin expone la individualidad extrema de los humanos, el egoísmo, el pensar en uno mismo sin preocuparse por los demás. Todos los personajes actúan impulsados por sus propios deseos egoístas, crueles incluso, y el paladín es Nagai Kei. Al encontrarse solo y acorralado Kei recurre -por ser su único recurso- a un amigo de la infancia al que hasta entonces había rechazado e ignorado; e incluso cuando éste se involucra gentilmente arriesgando su estabilidad, Kei mantiene una barrera de superioridad respecto a él. Nuestro protagonista es un joven egoísta, calculador y desagradecido. Lo era antes de descubrir que es un Ajin -su hermana bien lo sabe- y lo sigue siendo después; lo que hace que Satõ se fije realmente en él y lo ponga a prueba.

  En ese punto Ajin me ha encantado, ya que expone a través de un protagonista en absoluto heroico algo tan real como poco agradable: que la naturaleza humana no cambia. Podemos crecer, aprender de los errores, adaptarnos... pero en el fondo siempre seremos los mismos. Y el otro tema que éste anime subraya varias veces es la pasividad humana ante todo aquello que no nos toca directamente, la preocupante falta de empatía para con problemas de los demás. Personalmente a mi me gusta encontrar en los animes mensajes autocríticos, espejos en los que mirarme y que me animen a pensar. Pero incluso dejando a un lado mis gustos personales Ajin es una serie muy interesante que merece la pena verse.

  Rompo una lanza a su favor porque si bien es cierto que la animación no hay por donde cogerla, la historia y la forma en la que está llevada destaca por encima de su estética. Ajin es, en pocas palabras, un buen anime y espero con ganas la segunda temporada.
Meroe
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