Sin ser un fan de las series anime, probé a ver Death Note y la cosa fue bastante surrealista. Me ví todos los capítulos de forma casi continua, 37 episodios en os que no sobra absolutamente nada y tiene además la virtud de que no acaba sabiendo a poco ni queda la impresión de haber perdido el tiempo. Death Note es, como serie, estimulante, y como obra cinematográfica aún mantiene un nivel que ya quisieran casi todos los thrillers hollywoodienses de los últimos años.

Sé que hay varias películas basadas en la serie, pero como narran la misma historia y encima peor, pues pasé de verlas. Sin embargo L: Change the World tenía su aquel. Es un argumento original, protagonizado por el mejor personaje del anime, por lo que la idea era muy interesante. Lástima que sólo se quede en eso y no se convierta en algo sólido. La idea de mezclar el universo de los Shinigami con el mundo real funciona bien en animación, no con actores. Encima, Ryuk sale tres segundos y ya está.

El principal problema es que la película no parece de Death Note. Más allá de su principio, de algún momento en el que aparece un cuaderno y de la particular forma de ser de L, exagerada al extremo por Ken'ichi Matsuyama, la película es un simple thriller pseudo-apocalíptico que narra como un científico crea un arma bioquímica que provoca el ébola en la gente. Y ya está. Cómo intentarán frenarlo y por qué ha surgido es todo lo que se narra en una película de dos horas que, además, tiene toda la pinta de ser un telefilm.

Esto es absurdo si consideramos que su director es Hideo Nakata, quien hizo cagarse a medio planeta con Ringu, una cinta oscura, sucia pero tremendamente efectiva. L: Change the World no tiene ninguna de las virtudes de su director, sólo una caricatura de un personaje de Death Note, un Ryuk digital que sale dos minutos y una pseudo-historia que más que apocalíptica es errática e insuficiente. Tiene si aquel, no es lo peor que existe... pero dista de ser, al menos, aceptable. Siempre quedará el anime.