Con John Lasseter y su equipo completamente centrados en la confección de Toy Story, proceso que duró desde la finalización de Knick Knack hasta el estreno del largometraje en 1995, en Pixar Animation Studios frenaron la realización de cortometrajes hasta 1997, año en el que un checo afincado en Estados Unidos, incorporado al estudio en 1993 -Jan Pinkava- lanzó este "El juego de Geri" acompañando al largometraje "Bichos" en 1998. Siempre he defendido a los cineastas checos como unos de los más avanzados, a pesar de que no sean los que más se prodigan. Y en el campo de la animación esto es una realidad: Pinkava, que comenzó a experimentar en 1975 con diferentes técnicas (desde stop-motion generalizado hasta claymation), demuestra todas sus habilidades en cuatro minutos en los que vemos cómo un hombre mayor, Geri, juega una partida de ajedrez contra un duro oponente... él mismo.

Pinkava plantea "El juego de Geri" como una parábola, una metáfora sobre la soledad al mismo tiempo que establece un paralelismo entre las dos caras de una moneda, el blanco y el negro, representado en las fichas y las celdas del tablero del ajedrez. La soledad y la necesidad de interacción y las triquiñuelas de las que hace uso el venerable anciano ocupan el resto del tiempo del segundo cortometraje ganador del premio Oscar realizado por Pixar, el penúltimo hasta ahora en conseguir tal premio, al que seguiría "For the Birds. Con una animación de ensueño, que deja en pañales la de muchos estudios actuales que intentan animar seres humanos (haciendo un uso maestro de sombreados, animaciones faciales, juegos de luces/sombras y efectos de partículas) hacen de "El juego de Geri" un trabajo tan entretenido como técnicamente reivindicable, que además tiene su valor añadido desde un plano puramente ideológico. Merece la pena.