Con esa frase, una de las tipas que aparecen en Rin, compañera de la protagonista, intenta emborracharla para meterle mano o comerle los morros de las formas más obscenas. Dirigida por Shigeru Ueda, "Rin, hijas de Mnemosyne" es uno de esos animes que hay que ver para creer, una serie de seis OVAs, cada una con una historia independiente y que va dando saltos en el tiempo (2000, 2001, 2025, etc) para presentarnos una trama de un par de tipas inmortales que están buenas y deben resolver misterios en una versión paralela de Japón.

Dejando de lado que encontramos absolutamente todos los clichés del anime, "Rin" encuentra su fuerza en la absurda forma en la que los guionistas lo resuelven todo: con escenas de sexo lésbico, en ocasiones bastante explícito, que van desde simples -y poco inocentes- besos hasta cosas bastante más hardcore, lo que incluye cadenas, piercings y otras lindezas dignas de película porno underground. Todo esto se acopla a una trama que consigue despegar en contadas ocasiones, principalmente en las OVAs 1 y 4, siendo las demás bastante simples y algo aburridas. El final de la sexta es, además, indignante, resolviendo el final de la "serie" de forma terriblemente patética.

"Rin" es un anime como todos los demás, pero a su vez "diferente". Intenta aportar frescura con la introducción de escenas eróticas-casi-porno, pero se queda en la superficie, siendo a todas luces insuficiente. Hay que aplaudir, eso sí, la decisión tanto conceptual como de diseño de la protagonista principal, Rin, una bella joven que se separa de las heroínas tradicionales del anime, actuando de forma bastante natural y humanizada. Al menos, hasta que se le escapa un pezón y comienzan a llover hostias...