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Voto de Luis Ángel Lobato:
2
Terror. Ciencia ficción Algo está matando a la gente en los subterráneos de la ciudad, un oficial de policía cree que es un gran animal de la familia Aligator, pero nadie le cree. (FILMAFFINITY)
3 de marzo de 2015
5 de 5 usuarios han encontrado esta crítica útil
Con un planteamiento idéntico al de "Tiburón", con unos personajes -solo en la superficie- similares a los de “Tiburón” y con unas situaciones calcadas a las de “Tiburón”, se nos presenta esta "bestia" película -por lo nefasta- que incurre, sin pretenderlo -y si lo pretende...peor-, en una parodia del género, lo que aumenta el sonrojo de los espectadores al contemplar semejante engendro.

Todo el argumento es un calco del de la obra maestra de Spielberg:

-Los tres protagonistas (policía, cazador de alimañas y el acompañante de los dos) son copiados con descaro, pero el director de esta "Bestia" solo saca cáscara acartonada y risible de ellos. Y de los ¿actores? que interpretan esa cáscara...mejor no hablar.
-El detonante es el mismo: la especulación y el lucro del alcalde y del rico matón de turno.
-El depredador asesino es ahora un caimán medio mutante, tan mal diseñado y construido para mostrárnoslo en primeros planos y para señalarnos lo que el bicho ve (en cámara subjetiva), que –y estamos en 1991- da verdadera pena.
-Los escenarios son equivalentes: una feria para sacar tajada monetaria los poderosos, un lago en vez de mar, las alcantarillas en vez del fondo marino… Todo análogo pero sin niños en peligro.

Y nada que ver esta “La bestia bajo el asfalto 2” con su antecesora de 1980, del mismo título, dirigida por un competente Lewis Teague, con guion del magnífico John Sayles y protagonizada por un razonable Robert Forster. En ella se disfrutaba al menos de intriga y de miedo, de ameno cinismo, de una atmósfera de inquietud y de una correcta factura técnica, muy superior, pese al año de realización, de la que aquí comentamos.

En esta “La bestia bajo el asfalto 2” todo lo interesante de su antecesora se congela y se salta, sin ningún sentido de la vergüenza –como he comentado– hacia las aspiraciones de la memorable “Tiburón”, de Spielberg. Y el resultado no podía ser otro: una bochornosa chapuza.

Y es que el director de nuestra cinta, Jon Hess –también productor de cine–, del que solo he visionado la bastante más interesante y menos pretenciosa “Proyecto: terror” (“The Watchers”), 1988, tampoco –me temo– dará para mucho más como creador. Pero esto ya no lo puedo asegurar.

La califico con un 2... y a otra cosa.
Luis Ángel Lobato
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