Melodrama, drama psicológico y thriller para esta última película oficial del aclamado y estupendo director Mervyn LeRoy, autor de obras maestras clásicas como "Soy un fugitivo" ("I Am a Fugitive From a Chain Gang"), "El puente de Waterloo" ("Waterloo Bridge"), "Senda prohibida" ("Johnny Eager"), "Niebla en el pasado" ("Random Harvest") o "Quo Vadis" ("Quo Vadis").

Con toques temáticos y estilo --en bastantes planos y secuencias-- a lo Hitchcock, esta interesante y entretenida película, cargada con alguna estupenda sorpresa, y llena de intriga, de suave emoción y de suspense, aunque con un argumento artificioso, y con una --para mí-- facilona resolución del caso y un indulgente e insulso final, nos sumerge en la inquietud de una mujer al cometer --o creer haberlo cometido-- un crimen involuntario.

El psicoanálisis juega, aunque solo en la segunda mitad del film, un papel fundamental que va incrementando la inseguridad y la angustia de la protagonista (una estupenda Jean Seberg --al igual que el resto de actores y actrices--), al asediar, a través de los procesos de la memoria, su coartada, y causar en el espectador --y en ella misma-- la duda de si los otros personajes sospechan (o recuerdan) más de lo que aparentan.

Narrado en parte a través de un largo flashback, el film está repleto de romanticismo, de sentimentalidad por un amor perdido y de desesperanza; también de arrepentimiento y de tristeza. Y todo ello envuelto en un ámbito geográfico, urbanístico y mental de tintes crepusculares, de sostenida melancolía.

Una curiosa película, como de otro tiempo, que a pesar de lo forzado, en algunos aspectos, de su trama, y en un poco convincente --y sin problemática explícita-- final, se revela como más significativa de lo que en un principio pudiese aparentar: una cinta pasada de moda. Y eso, en mi opinión, no es así.

Recomendable; especialmente para los románticos, amantes del melodrama y del thriller sin truculencias.