“El tío” es un ejercicio interesante y muy novedoso. Personajes haciendo de sí mismos, que Ignacio Santa Cruz efectivamente sea sobrino de Jaime Guzmán, actúe como tal es sin duda una idea muy llamativa.
Los problemas parten porque Ignacio Santa Cruz en sí mismo no es un personaje interesante, entonces su actuación de sí mismo (que suponemos que es buena, porque quién mejor para representar a Ignacio Santa Cruz que el mismo Ignacio Santa Cruz), no resulta interesante, porque el personaje en sí no resulta interesante.
Quiere hablar de su tío, es un hecho que está atormentado por él, pero resulta que nunca se entiende que quiere lograr, ¿hablar de él para qué?, nunca queda claro, porque es evidente que ni él lo tiene claro, es como que quisiera hacer ver que es su sobrino sólo para que le mundo sepa que es su sobrino. No sabe que pensar de su tío, casi como si no tuviese opinión sobre él.
El resto de las actuaciones son curiosas, porque los personajes en la obra son interesantes, con diálogos regulares para arriba (no logran entrar en profundidad el pensamiento de Guzmán, pero tampoco lo caricaturizan del todo), pero como si mismos son diálogos que rozan la ignorancia. Esta bien que cuando las escenas son los actores haciendo de si mismos en conversaciones cotidianas las conversaciones que se deben reflejar deben ser informales, pero la informalidad no necesariamente debe estar acompañada de la superficialidad. En todo caso eso es un fiel reflejo de la sociedad, que analiza más desde las caricaturas que desde una reflexión informada. Considero que Andrea Freund tiene el personaje mejor representado y más interesante del elenco.
Si bien, “El tío” resulta una película irregular, llena de deficiencias, yo recomiendo verla, como un ejercicio novedoso e interesante.