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Drama. Comedia
Jasmine, una mujer rica y glamourosa de la alta sociedad neoyorquina, se encuentra de repente sin dinero y sin casa. Decide entonces mudarse a San Francisco a vivir con su hermana Ginger, una mujer de clase trabajadora que vive con su novio en un pequeño apartamento. Jasmine, que atraviesa el momento más crítico de su vida, se dedica a tomar antidepresivos y a recordar su antigua vida en Manhattan. (FILMAFFINITY)
19 de octubre de 2013
139 de 175 usuarios han encontrado esta crítica útil
Ayer fui a ver "la última de Woody Allen" y me encontré con un film interesantísimo, maravillosamente interpretado, divertido (por momentos) y descarnado (todo el tiempo) en el retrato psicológico de sus personajes y en su crítica a la sociedad. Un drama descomunal, como ningún otro que haya realizado antes este genial director, guionista, actor, escritor y ni se sabe cuántas cosas más.
A pesar de adoptar una perspectiva en las antípodas de la de sus comedias "clásicas", Woody Allen logra como nunca antes en sus dramas (ni siquiera en "Match Point") angustiarnos con la misma inteligencia excelsa con que nos hizo reír en "Hannah y sus hermanas" o "Manhattan".
"Blue Jasmine" es la historia de Jasmine (Cate Blanchett), una mujer perdida en un momento de su vida idílico (para ella) que fue construido sobre humo y al que jamás podrá regresar. Al borde de la locura, se aferra a la única persona que le queda: su hermana Ginger (Sally Hawkins).
No cuento más para no arruinar a quien no haya visto ya el film esa sensación al comienzo, tan lograda, de deambular por una ciudad y unos ambientes extraños a la protagonista. Sólo quiero añadir algo: lo que en mi opinión convierte este film en una verdadera obra de arte es la enorme sinceridad, por muy amarga que sea, que transmite. Pero eso no me queda más remedio que explicarlo en el "spoiler"...
A pesar de adoptar una perspectiva en las antípodas de la de sus comedias "clásicas", Woody Allen logra como nunca antes en sus dramas (ni siquiera en "Match Point") angustiarnos con la misma inteligencia excelsa con que nos hizo reír en "Hannah y sus hermanas" o "Manhattan".
"Blue Jasmine" es la historia de Jasmine (Cate Blanchett), una mujer perdida en un momento de su vida idílico (para ella) que fue construido sobre humo y al que jamás podrá regresar. Al borde de la locura, se aferra a la única persona que le queda: su hermana Ginger (Sally Hawkins).
No cuento más para no arruinar a quien no haya visto ya el film esa sensación al comienzo, tan lograda, de deambular por una ciudad y unos ambientes extraños a la protagonista. Sólo quiero añadir algo: lo que en mi opinión convierte este film en una verdadera obra de arte es la enorme sinceridad, por muy amarga que sea, que transmite. Pero eso no me queda más remedio que explicarlo en el "spoiler"...
SPOILER: El resto de la crítica puede desvelar partes de la trama.
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spoiler:
En "Blue Jasmine", Woody Allen expresa como nunca antes una visión profundamente negativa de la sociedad y del género humano. En un primer nivel, la devastación familiar y social provocada por las malas prácticas financieras de Hal: en la crisis económica actual, que causaron personajes siniestros como Madoff (en quien parece inspirarse el personaje interpretado por Alec Baldwin), este retrato intimista de cómo los poderosos trituran a los débiles es cuanto menos inquietante.
Pero es en el plano psicológico, a través de los personajes, en que se refleja mejor la amargura de esta obra. Ni uno solo de ellos (principales y secundarios) se salva de un retrato despiadado:
- Empezando por Jasmine, que sólo denunció las estafas de su marido cuando se enteró de que llevaba años poniéndole los cuernos (incluso había permitido que estafara a su cuñado), sin importarle siquiera cómo su venganza podría afectar a su hijo.
- Siguiendo por Ginger, más amable que su hermana pero que, como le repite continuamente Jasmine, tiene la autoestima por los suelos (a pesar de que su novio es un maltratador potencial, vuelve con él). También tiene una inteligencia emocional de mosquito (cuando regresa Jasmine a casa destrozada tras romper con su prometido está más pendiente del champán que de ella).
- Hal (Alec Baldwin), el marido de Jasmine, un ser despreciable que vive en una permanente huida hacia adelante estafando a todo el mundo y engañando a su mujer;
- el ex-marido de Ginger, un pobre hombre que se dejó estafar por Hal la única vez que consiguió algo de dinero y que, resentido, destruyó su familia y desde entonces no para de dar tumbos;
- Chilly (Bobby Cannavale), el novio de Ginger: un bocazas y un maltratador potencial;
- el segundo novio de Ginger, aparentemente un hombre sensible y cariñoso... que olvidó comentarle que estaba casado;
- el dentista: un friki, acosador y violador potencial;
- el novio pijo de Jasmine, que sólo quiere un florero para acompañarle en su brillante carrera política;
- el hijo de Jasmine: abandona a su madre sin dejar rastro cuando ésta más lo necesita y, cuando se reencuentran años después, la rechaza de nuevo --no sin antes reprocharle la muerte de su padre.
No se salva ni uno: son todos unos seres perdidos, tristes y, frecuentemente, dañinos. Y están tremendamente solos.
Creo que esta amargura no es impostada sino muy sincera: Woody Allen se ha hecho mayor y, como les pasa a tantas personas, se ha vuelto algo misántropo. En el otoño de su vida, le dejaron de hacer gracia esas pequeñas mezquindades de nuestros congéneres, las que llenaron de frases hilarantes sus primeros monólogos y los guiones de sus grandes comedias. Se pasó los últimos años realizando películas escapistas en ciudades europeas, como si alejándose de Nueva York pudiera dejar de sentir esa amargura.
San Francisco parece ser el puerto en el que, por fin, con la misma inteligencia y sensibilidad con que sabe hacer comedias, ha sido capaz de dar rienda suelta a toda su creatividad y contar lo que está sintiendo ahora: que estamos todos solos y perdidos en una sociedad despiadada. No es un mensaje bonito, pero la película es fantástica.
Pero es en el plano psicológico, a través de los personajes, en que se refleja mejor la amargura de esta obra. Ni uno solo de ellos (principales y secundarios) se salva de un retrato despiadado:
- Empezando por Jasmine, que sólo denunció las estafas de su marido cuando se enteró de que llevaba años poniéndole los cuernos (incluso había permitido que estafara a su cuñado), sin importarle siquiera cómo su venganza podría afectar a su hijo.
- Siguiendo por Ginger, más amable que su hermana pero que, como le repite continuamente Jasmine, tiene la autoestima por los suelos (a pesar de que su novio es un maltratador potencial, vuelve con él). También tiene una inteligencia emocional de mosquito (cuando regresa Jasmine a casa destrozada tras romper con su prometido está más pendiente del champán que de ella).
- Hal (Alec Baldwin), el marido de Jasmine, un ser despreciable que vive en una permanente huida hacia adelante estafando a todo el mundo y engañando a su mujer;
- el ex-marido de Ginger, un pobre hombre que se dejó estafar por Hal la única vez que consiguió algo de dinero y que, resentido, destruyó su familia y desde entonces no para de dar tumbos;
- Chilly (Bobby Cannavale), el novio de Ginger: un bocazas y un maltratador potencial;
- el segundo novio de Ginger, aparentemente un hombre sensible y cariñoso... que olvidó comentarle que estaba casado;
- el dentista: un friki, acosador y violador potencial;
- el novio pijo de Jasmine, que sólo quiere un florero para acompañarle en su brillante carrera política;
- el hijo de Jasmine: abandona a su madre sin dejar rastro cuando ésta más lo necesita y, cuando se reencuentran años después, la rechaza de nuevo --no sin antes reprocharle la muerte de su padre.
No se salva ni uno: son todos unos seres perdidos, tristes y, frecuentemente, dañinos. Y están tremendamente solos.
Creo que esta amargura no es impostada sino muy sincera: Woody Allen se ha hecho mayor y, como les pasa a tantas personas, se ha vuelto algo misántropo. En el otoño de su vida, le dejaron de hacer gracia esas pequeñas mezquindades de nuestros congéneres, las que llenaron de frases hilarantes sus primeros monólogos y los guiones de sus grandes comedias. Se pasó los últimos años realizando películas escapistas en ciudades europeas, como si alejándose de Nueva York pudiera dejar de sentir esa amargura.
San Francisco parece ser el puerto en el que, por fin, con la misma inteligencia y sensibilidad con que sabe hacer comedias, ha sido capaz de dar rienda suelta a toda su creatividad y contar lo que está sintiendo ahora: que estamos todos solos y perdidos en una sociedad despiadada. No es un mensaje bonito, pero la película es fantástica.