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Voto de antonalva:
8
Drama. Comedia Ove (Rolf Lassgård), de 59 años, es un hombre gruñón que ha perdido la fe en todo el mundo, incluido en él mismo; hasta que su visión negativa del hombre y la sociedad es puesta a prueba por una familia que se muda a la casa de al lado.
31 de marzo de 2017
52 de 56 usuarios han encontrado esta crítica útil
Al concluir la proyección, tuve que pensar en el poema ‘Si el hombre pudiera decir lo que ama’ de Luis Cernuda que no me resisto a citar casi en tu totalidad: “(…) Libertad no conozco sino la libertad de estar preso en alguien / cuyo nombre no puedo oír sin escalofrío; / alguien por quien me olvido de esta existencia mezquina / por quien el día y la noche son para mí lo que quiera, / y mi cuerpo y espíritu flotan en su cuerpo y espíritu / como leños perdidos que el mar anega o levanta / libremente, con la libertad del amor, / la única libertad que me exalta, / la única libertad por que muero. / Tú justificas mi existencia: / si no te conozco, no he vivido; / si muero sin conocerte, no muero, porque no he vivido.” Salvando las distancias, creo que encuadra con precisión el contenido de esta agridulce película sueca centrada en un entrañable misántropo tópico y gruñón, pero corroído por la pérdida de su único amor.

Quizás resulte algo simple, con demasiadas ganas de agradar y resultar simpática y hacerse querer a toda costa, pero la verdad es que conforme avanza su metraje consigue poner en pie el retrato fascinante de un cascarrabias enfurruñado, obsesionado con las reglamentaciones estériles y las prohibiciones arbitrarias, que tras su fachada de gigantón insociable esconde un corazón demasiado grande y quebrado como para permanecer en un mundo que le resulta ajeno e inhóspito tras la muerte de su adorada media naranja. Coquetea en varias ocasiones con el suicidio – sin que por ello la cinta pierda su tono ligero y amable – pero siempre hay algo o alguien que le impide concluir con éxito sus meticulosos preparativos. La vida parece querer brotar en los páramos más yermos.

Gustará a los que sepan apreciar el humor negro, a los que crean en la bondad intrínseca de todos los seres humanos, a los que no se avergüencen de sus buenos sentimientos y a los que no les asuste explorar la realidad como un tobogán que recorre, a una velocidad de vértigo, lo mejor y lo peor de cada uno y de sus semejantes. Quizás pueda irritar a los que se crean manipulados por el optimismo inquebrantable y radiante que desprenden las humoradas y extravagancias del ladino introvertido que las protagoniza, pero si uno se deja llevar por la propuesta, encontrará una modesta joya disfrazada de astuta bisutería.

Su aparente blandura no es sino un canto a la generosidad y ternura que nos reconforta y alivia durante nuestro breve peregrinaje por un valle de lágrimas incierto y resbaladizo.
antonalva
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