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Voto de antonalva:
8
Comedia. Drama Beatrice (Valeria Bruni Tedeschi) es una condesa charlatana y millonaria que está convencida de encontrarse entre los círculos íntimos de los líderes políticos mundiales. Por su parte Donatella (Micaella Ramazzotti) es una joven tatuada, vulnerable e introvertida, envuelta en su propio halo de misterio. Ambas son pacientes de Villabiondi, una delirante institución psiquiátrica. (FILMAFFINITY)
25 de marzo de 2017
35 de 39 usuarios han encontrado esta crítica útil
¿Qué es la locura y qué consecuencias tiene para los que la padecen? Parece una pregunta imposible de responder y esta cinta no ensaya una respuesta, ni tan siquiera propone una contestación, sino que se limita a ofrecernos el retrato de dos mujeres rotas de dolor que encuentran en la enajenación de los sentidos su única forma de supervivencia. Por lo tanto, no estamos ante un tratado de la demencia, sino ante el cruel reflejo de sus efectos en dos almas en pena que en un momento dado han tenido una crisis demasiado intensa y atroz que las ha llevado al abismo de la insania como refugio a sus llantos y pataletas. Es el relato del fracaso de la compasión y la ternura que desemboca en la soledad de la indiferencia lacerante.

El desequilibrio como forma de ser. La falta de límites y contención como hábitat natural. La vitalidad de los que han perdido su vida como descarnada y feroz tarjeta de visita. La piel ultrajada como único testigo del desorden y turbación de una existencia a la deriva y sin puerto de destino… Pareciera que la cinta se contagia de la imprevisible espontaneidad de sus protagonistas, los sucesos se amontonan sin orden ni concierto, sin dirección ni afán, la avalancha de los acontecimientos te arrastra como una locomotora desbocada en un loco viaje a ninguna parte, porque cuando huyes de ti mismo no hay forma de escaparse de la propia sombra, ni del caos emocional ni del torbellino del desengaño. La riada de la amargura amenaza con anegarlo todo.

Aunque a ráfagas simula serlo, no es una comedia. Aunque rehúye la tragedia, la esboza y bordea como un precipicio tentador que nos llama y reclama. No es un estudio sociológico pero pocas veces se ha reflejado mejor y de forma tan convincente el desgarrador delirio del sinvivir. La pérdida de certezas es una condena que nos aboca al extravío y la quimera, soltamos todo contacto con la realidad porque ya no hay nada ni nadie que nos vincule de forma inequívoca con ella… Todo esto – y mucho más – es este aluvión de sensaciones y emociones que nos llega desde una Italia bañada por el sol y bruñida por milenios de cultura y fulgor pero que no consigue guarecer en un lugar salubre y compasivo a quienes han perdido su sitio en este mundo.

Es inexplicable la fuerza y rabia que destila esta película arrebatadora. Se le pueden achacar imperfecciones y carencias, simplificaciones y frivolidades, pero funciona como un perfecto engranaje que te seduce y trastorna sin ofrecer resistencia. Y sobre todo señorean sus dos protagonistas – aunque la palma se la lleve una gloriosa Valeria Bruni Tedeschi, volcán en constante ebullición.
antonalva
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