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Voto de antonalva:
7
Thriller. Intriga Minnesota, 1990. El detective Bruce Kenner (Ethan Hawke) investiga el caso de la joven Angela (Emma Watson), que acusa a su padre, John Gray (David Dencik), de haber abusado de ella. Cuando John, de forma inesperada y sin recordar lo sucedido, admite su culpa, el reconocido psicólogo Dr. Raines (David Thewlis) se incorpora al caso para ayudarle a revivir sus recuerdos reprimidos. Lo que descubren desenmascara una siniestra conspiración. (FILMAFFINITY) [+]
2 de octubre de 2015
156 de 215 usuarios han encontrado esta crítica útil
Se hace difícil escribir sobre las calladas e inesperadas virtudes de esta cinta sin destripar el desenlace, que no por intuido y hasta lógico y necesario, deja de tener su fuerza dramática y convierte lo que a primera vista es un mero thriller competente en una aguda reflexión sobre lo influenciables que somos ante las modas sociales, los convencionalismos mediáticos, los tópicos colectivos y la credulidad enajenada. Porque ante todo estamos ante un artefacto muy bien construido ya desde el guión: no se engaña al espectador en ningún momento, sabemos tanto como el protagonista, pero nos dejamos arrastrar por sus interpretaciones y dejando en suspenso nuestro sentido común y nuestra capacidad crítica.

A estas alturas, alabar la sabia y férrea dirección de Alejandro Amenábar y su demostrada capacidad por crear una atmósfera tóxica y viciada, es una redundancia. Hay pocos directores que hayan sabido beber con tanto provecho de las sigilosas enseñanzas del cine de suspense clásico (los otros paradigmas señeros podrían ser Atom Egoyan y M. Night Shyamalan). Y en este caso además añade una capa adicional de soterrada crítica colectiva al dañino y deplorable hábito de querer buscar y encontrar siempre tres pies al gato, imbuidos como estamos en un mundo propenso a las conspiraciones paranoicas, a la obtusa candidez de que el mal siempre acecha y los malos siempre son los otros, los demás.

Estamos ante una película sencilla, diáfana, cristalina. Y quizás su humildad de planteamiento y lo (pero rigurosamente pertinente) de su resolución se ha tomado por algunos como simpleza, cortedad o ejercicio fallido, cuando en mi opinión eleva este interesante e intrigante cinta de detectives en algo más perdurable: el retrato nada inocente de una sociedad hipócrita y adocenada, necesitada de grandes emociones, horrendos crímenes e inabarcables conjuras rocambolescas que nos sirvan para ocultar, enmascarar o minimizar la mediocridad insatisfecha de nuestro vulgar devenir cotidiano. Por eso nos entusiasmamos con los crímenes ajenos, degustamos con delectación las desgracias de nuestros vecinos y lamentamos como plañideras histriónicas las guerras remotas.

Si se entra en el juego propuesto, no sólo se puede uno encontrar con una cinta policiaca solvente, eficaz y llena de intriga… Además ofrece la oportunidad de comprobar que el cine no sólo es entretenimiento, sino que nos puede plantear una sutil reflexión sobre los males endémicos que nos asolan, sin sermoneos ni adulteraciones, sin recalcar machaconamente la relevancia de las cavilaciones propuestas, sino desvelándolo como quien no quiere la cosa, de forma tangencial y discreta. Dos en uno… ¿quién da más?
antonalva
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