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Voto de antonalva:
8
Drama Sachi, Yoshino y Chika son tres hermanas que viven en Kamakura (Japón), en la casa de su abuela. Un día reciben la noticia de la muerte de su padre, que las abandonó cuando eran pequeñas. En el funeral conocen a la hija que su padre tuvo trece años antes y pronto las cuatro hermanas deciden vivir juntas. (FILMAFFINITY)
3 de abril de 2016
66 de 69 usuarios han encontrado esta crítica útil
¡Bendito sea el maestro Yasujirô Ozu y bendita sea la fértil y acogedora sombra que aún nos reconforta! Quizás esta vez al director Hirokazu Kore-eda se le haya ido algo la mano con la sacarina y resulte autoindulgente y demasiado autocomplaciente con la historia que se trae entre manos, pero la verdad es que funciona no sólo como una pieza de cámara admirable, llena de sensibilidad y ternura, sino que tiene además la fragancia a los clásicos perdurables por su simplicidad, delicadeza y calidez. Es un relato sobre tres hermanas que devienen en cuatro, pero también es el relato de una orfandad y también es el relato de una reconciliación familiar o el relato de cómo los lazos entre unas hermanas puede darle sentido a la vida.

La cámara parece ser una más de la familia. Quizás a alguno se le ocurriría decir que estamos ante una familia desestructurada, pero si algo fluye en ella – aunque a veces se haya quedado estancado – es amor. Y eso le da sentido a todo lo que vemos, espiamos, compartimos y admiramos. La abnegación – a veces limítrofe con la obcecación – o la ceguera forman parte de este microcosmos que presenciamos, que deambula entre la muerte, los desamores, la pérdida, los reencuentros, las cenas o comidas, las lluvias torrenciales, los paisajes añorados, los recuerdos compartidos o los secretos revelados. Todo lo mínimo y trivial tiene cabida en esta obra sin argumento aparente, sin trama reconocible más allá de lo anecdótico y fugaz que configuran el devenir cotidiano de cualquier ser humano.

Capturar lo poético no es tarea fácil cuando de lo que se habla es de lo prosaico de la vida, del encadenado de jornadas cotidianas sin otro fulgor ni otro sobresalto que los desayunos, comidas y cenas insignificantes, de las jornadas laborales o escolares que llenan nuestros cobraderos de cabeza y que en su monotonía parece carecer de relevancia o de trascendencia, de las visitas a los bares o restaurantes que habitamos desde siempre sin saberlo, de los ritos cotidianos de cualquier familia de cualquier parte del mundo, independiente de su religión, creencia, latitud, laxitud o problemas. Extraer la poesía de unos kimonos recobrados, exprimir todo el aroma y el gusto a un licor afanosamente elaborado y conservado… parece tarea sencilla pero demuestra la mirada y el temple de un maestro que ama a sus personajes y sus fluctuaciones.

La sencillez de una obra de arte emotiva, noble, sincera y perdurable. Pudiera parecer poca cosa pero lo contiene todo. Gracias.
antonalva
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