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Voto de antonalva:
8
Drama Cuatro sacerdotes conviven en una retirada casa de un pueblo costero, bajo la mirada de Mónica, una monja cuidadora. Los curas están ahí para purgar sus pecados y hacer penitencia. La rutina y tranquilidad del lugar se rompe cuando llega un atormentado quinto sacerdote, y los huéspedes reviven el pasado que creían haber dejado atrás. (FILMAFFINITY)
10 de octubre de 2015
114 de 137 usuarios han encontrado esta crítica útil
Luz crepuscular y fría, como visionado a través de un espeso velo plomizo y ceniciento que enturbia la mirada e impide o dificultad la cabal aprensión de lo que se ve, de lo que acontece, de lo que pasa ante nuestros ojos inocentes y expectantes. Faltan color y calor. Predominan las escenas nocturnas, en espacios cerrados, claustrofóbicos o bien asistimos a fugaces exteriores tomados desde la lejanía, la asepsia, como visto a través de un microscopio – o de unos prismáticos, que no acercan nada, sino que recalcan la infranqueable distancia que separa dos mundos que si bien coinciden en el tiempo, divergen en cuanto a leyes y reglas que les aplica.

Un destierro al fin del mundo. El infierno en vida. Pero sin apenas remordimiento, ni censura, ni contrición, ni arrepentimiento, ni propósito de enmienda. Exiliados de todo, del trato de tus semejantes, deportados para no dar pábulo a las maledicencias, ni el escarnio público, ni al oprobio de las lenguas viperinas, ni a la deshonra de tus vecinos, ni a la humillación por tus acciones u omisiones, ni al vilipendio o la vergüenza que a buen seguro mereces. Allá a lo lejos se reescribe la historia personal (o se olvida o se borra como la espuma del mar), se justifica, se recompone, se tergiversa, se reconstruye hasta hacerla irreconocible. La mentira, el disimulo, la ocultación, el fingimiento, el engaño o la farsa como una segunda piel inmutable.

Sobresale la consecuente estética mísera, menesterosa, carente de todo del relato. Falta humor, falta amor, falta calor y colorido, falta cariño y cercanía. Se amontonan las fórmulas vacuas de los rezos, las pálidas plegarias, los pueriles cánticos ñoños, meras artimañas falaces para rellenar un vacío vital que no hay forma cobijar en el pecho herido. Destaca también que todos los personajes sean de una grisura anodina, de un maldad zopenca y timorata, incapaces de llamar a las cosas por su nombre. Ni siquiera el supuesto personaje positivo tiene nada de que alardear. Su carácter áspero y hostil está en abierta contradicción con su supuesta labor salvífica que se le ha encomendado, de limpiar, rectificar y deshacer entuertos.

No hay posibilidad de expiación cuando ni tan siquiera hay un mínimo atisbo de culpa. Son siempre los demás los que no han sabido ver y entender la realidad, que han malinterpretado las vivencias o que han retorcido los hechos hasta deformarlos y desvirtuarlos. Estamos ante una película adulta, nada mojigata ni complaciente, en absoluto fácil de ver ni sencilla de digerir. Más que una denuncia es un retrato, pero la pintura es tan tóxica e implacable que genera sarpullidos y urticaria. Vayan advertidos y bien pertrechados… porque las fabulaciones producen monstruos.
antonalva
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