Eficaz y muy entretenida cinta de espionaje ambientada a finales de la Segunda Guerra Mundial, sus principales bazas son el pulso narrativo de Hathaway y el verismo de sus localizaciones y ambientación.

Un par de años antes, el citado realizador había inaugurado el cine negro documental con "La casa de la calle 92", y en esta ocasión decidió seguir el mismo estilo, aunque aplicándolo a un argumento de espías, al fin y al cabo muy emparentado con el género anteriormente mencionado. Así, los cinco minutos iniciales recurren a la voz en off y a imágenes que, de no saberlo, podríamos considerar "de archivo", pero que sirven para situar al espectador en el contexto adecuado, al tiempo que introducen a los personajes principales. Esta introducción documental es tan buena que la transición entre el contexto general y el argumento concreto casi no se nota, poniendo de manifiesto el dominio con el que se manejaba Hathaway en este tipo de historias. Esta perspectiva documental, aplicada también al mundo del espionaje, será adoptada en obras tan posteriores como "El buen Pastor" de De Niro, aunque variando ciertas cosas, fruto de los años transcurridos.

La historia presenta una primera parte -la mejor- en la que se nos muestra el reclutamiento y entrenamiento de los agentes, al tiempo que se nos revela la existencia de un topo. La segunda parte, ambientada en la Francia ocupada, es más convencional, recurriéndose a la acción y a las peripecias características del género, aunque no por ello resulta desdeñable, siendo en todo momento un muy eficaz entretenimiento, en el cual, como es característico en Hathaway, la violencia, aunque más moderada que en otras películas suyas, se nos muestra a las claras, y no se tiene "piedad" con los héroes.

Un guión correcto pero convencional, la buena música de Newman y las interpretaciones de Conte y de Cagney (tan intenso y eficaz como siempre), redondean el filme, que encuentra un muy pertinente desenlace, teniendo en cuenta que trataba de topos y toperas.