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Voto de Quatermain80:
7
Comedia Harold Lloyd da vida a Ezekiel, el hijo de un misionero que ha vivido toda su vida en China, rodeado de buenos cuidados, e imbuido de la práctica religiosa y la sabiduría oriental. Pero cuando marcha a Estados Unidos, en busca de una buena chica con la que casarse, se encuentra una ciudad donde reinan la corrupción y las intrigas. Cuando llega, están a punto de celebrarse las elecciones a la alcaldía, perfectamente amañadas para que ... [+]
28 de febrero de 2010
9 de 10 usuarios han encontrado esta crítica útil
Cinco años antes de que Capra abordara la cuestión en su clásico "Caballero sin espada", esta película, la antepenúltima que protagonizó el gran cómico Harold Lloyd, presentaba un argumento similar; al igual que ocurre con Jefferson Smith en la película de Capra, este Ezekiel es un personaje inocentón y bienintencionado que servirá de pelele para poderosos y corruptos, que dominan el ayuntamiento de su ciudad natal.

A pesar de que la cinta tiene un evidente carácter satírico y maneja códigos propios de la comedia, puede afirmarse que esta es la primera ocasión en que Harold Lloyd abandona su forma habitual de entender el humor en el cine. Sus obras precedentes, ya sonoras, conservaban aún las características propias del cine cómico mudo, siendo en ellas fundamentales los gags visuales, mientras que el guión se mantenía en segundo plano, simplemente acompañando la acción. En "La garra del gato" el guión, sin ser ninguna maravilla, tiene ya una importancia y centralidad decisivas, y los gags visuales han desaparecido. En conjunto, el filme se sigue con facilidad y agrado, destacando el buen hacer de una amplia galería de secundarios (que oscurecen la labor del propio Lloyd), así como la ingeniosa concepción de algunas secuencias, como la del arresto masivo de hampones y corruptos de la ciudad.

Por tanto, con esta cinta, Harold Lloyd entraba definitivamente en la modernidad cinematográfica, que sin embargo, y al igual que a otros colegas, no le sentaría demasiado bien. Es algo que puede deducirse de esta misma película; desprovisto de sus gags trepidantes, acrobáticos y delirantes, Lloyd se convierte en un actor corriente, con capacidades limitadas, y aunque la película sea buena, sus posibilidades de lucimiento, de hacer aquello en lo que era realmente magnífico, habían terminado. Por suerte para Harold, su enorme fortuna (ningún actor ganó mas que él durante los años veinte) le permitió vivir cómodamente de las rentas, en un mundo sonoro en el que sus persecuciones, carreras y escaladas, eran ya historia, material para filmotecas.
Quatermain80
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