El protagonista busca dobles de personajes célebres desde su ático con unos poderosos y sofisticados prismáticos, al parecer bañados en oro, mientras se baña (y no en oro ni en monedas en plan Tío Gilito). Russell Brand le da un aire a Willy Wonka (versión Johnny Depp) y es el gran fallo de la película. El personaje es un niño rico y mimado pero en el cuerpo de un adulto. Al contrario de lo que pueda parecer tantea con el alcohol, drogas y mujeres. Es cierto que la sombra real de Russell Brand rodea a ese personaje pero sería mucho más interesante por ese motivo alguien como Marilyn Manson para buscar cierto contraste entre perdición, vicios y hedonismo desmedido en tiempos de crisis. Y es que hacer una comedia romántica con un personaje tan gañán y al mismo tiempo depravado sería interesante si se atreviera a traspasar y jugar con un humor más gamberro y retorcido (que no soez).

Con dos únicas nominaciones a los Razzies (Peor Remake y Actor) “Arthur, el soltero de oro” puede reírse tranquilamente ya que no parte como favorita. Lo tuvo todo en su contra: malas críticas y floja taquilla. No es que el original de Steve Gordon con Dudley Moore fuera una maravilla, pero la elección de Russell Brand lleva a la condena a la propuesta desde el momento en el que Jason Winer gritó acción. El que fuera marido de Kate Perry vende más fuera que dentro de la pantalla por crear ya un personaje, al parecer, a la opinión pública.

En “Arthur, el soltero de oro” hay traumas paternales, madre ausente, institutriz a modo de pecho de eterna lactancia, dudas entre el amor por conveniencia y el amor verdadero entre resaca y botellón. La película trata sobre la adaptación y supervivencia al mundo real pero real-mente nosotros somos los que tenemos que adaptarnos a un flojo remake (de ya una floja película) incapaz de madurar. Cuesta creer que Nick Nolte o Helen Mirren intenten creerse sus papeles aunque John Gielgud pescó con la original un Oscar por encarnar a Hobson. Mirren puede respirar, eso sí, por no estar nominada a los Razzies como único consuelo, porque aquí no atrae ni la magnética ropa interior de Jennifer Garner…