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Estados Unidos Estados Unidos · Raccoon City
Voto de Maldito Bastardo:
2
Fantástico. Terror Dylan Dog, un antiguo agente de Scotland Yard, trabaja como detective privado especializado en la investigación de fenómenos paranormales. (FILMAFFINITY)
2 de julio de 2012
19 de 20 usuarios han encontrado esta crítica útil
Todo hace indicar que este proyecto sobre el papel daba pie a una suma de elementos interesantes: partiendo desde el cómic de culto de Tiziano Sclavi (autor también de la novela que generó un filme de culto como “Dellamorte Dellamore”) hasta sus 20 millones de presupuesto para generar un mundo de vampiros, hombres lobo y muertos vivientes. El resultado no se sabe si quiere aspirar a protagonizar la futurible segunda parte de “Best Worst Movie” o buscar beneplácito de la burla cómplice del público. Parece imposible que este libreto pasara por delante de algún productor en plenas facultades mentales. Todo es más entendible cuando se descubre que los guionistas del filme son Thomas Dean Donnelly y Joshua Oppenheimer. Y sí, les conocen: han sido los responsables de las horrendas y recientes adaptaciones de “Conan el bárbaro” y “El sonido del trueno”.

En “Dylan Dog: Los muertos de la noche” salen criaturas fantásticas, pero la acción se centra en un detective privado que instaura el cine negro como solución formal. Nunca se ha visto (y oído) una utilización de la voz en off tan inadecuada, anticipatoria a los hechos (a modo de spoiler) y tremendamente malograda. Entre sus chirriantes ecos de “Chinatown” y “El Padrino” con los gritos respectivos de “Troll 2”, su inundación flagrante de humor absurdo y disfuncional (que sería un descarte seguro incluso en la versión española de “Cheers”) y su tufillo y pestilencia a un episodio doble final de “Buffy Cazavampiros”, hacen que el conjunto sea una estaca directa a nuestro corazón y todo un puñetazo aniquilador directo a nuestro cerebro (con puño americano de plata, ‘of course’).

Se queda en tierra de nadie: ni opta por buscar el lado socarrón de “Zombies Party” ni resulta un competente entretenimiento por su simpleza e ingenuidad. No es que se pase de ‘London’ a ‘New Orleans’ ni tampoco forme parte de ‘esas-películas-malas-con-las-que-te-ríes’. Es que, simplemente, “Dylan Dog: Los muertos de la noche” es un fantasma atrapado en el limbo de la pantalla. Entre la inocencia del despropósito y el tufillo a muerto viviente, el filme se define a sí mismo en esa tienda de recambios para zombis. Desde luego el cuerpo que compone está película queda formado por ortopedia e implantes que no encajan en el conjunto. Que salga ‘Superman’, el villano final de fase más tonto del inframundo o que aquí a los vampiros se les llame ‘True Blood’ (sí, como la serie de la HBO) y algunos parezcan clones de Blade o Fabio McNamara… parecen formar una metáfora de nuestros tiempos y sociedad: repleta de frikismo, chonismo, ‘justinbieberismo’ y ‘bichos raros’. La película, entre lo predecible y aburrido, es sencillamente todo un vampiro desdentado incapaz de hincar el diente al espectador que mira perplejo (y entre algunas carcajadas) el ineficaz ataque.
Maldito Bastardo
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