Emanuele Crialese retrata la inmigración vista desde una perspectiva interesante ya que conviene recordar a un país que quiere cerrar fronteras lo que hacía hace un siglo. Una nación que, como muchas, era una patria donde se emigraba por un motivo obvio: había oportunidades que no existían en su país de origen.

No tiene nada que ver aparentemente con una de las obra de culto y por lo tan controvertidas del nuevo siglo, “El Nuevo Mundo” de Terrence Malick, aunque tienen pasajes comunes y aspectos antagónicos. Malik aportaba realismo a través de la fotografía con luz natural mientras Emanuele Crialese, pese a ese inicio tan metafóricamente obvio con la tierra, incluye elementos fantásticos y surrealistas, como esas hortalizas gigantes que representan la publicidad que recibían los italianos de ese otro mundo de sueños y oportunidades.

La historia retrata el viaje de dos hijos, su padre y la madre de éste en busca de ese nuevo mundo, de la tierra prometida. Puede recordar a “América, América” de Elia Kazan aunque el director de “Respiro” dota a los personajes de cierto contenido metafórico: Lucy representa esa esperanza del nuevo mundo como los momentos oníricos que confluyen con la aplastante realidad, que hace pensar en después de lo que tuvieron que pasar, ¿cómo podrían adaptarse esos hombres que parecen sacados de las cavernas, de otra época, en una era industrial?

El título original era “The Golden Door”. Puerta que sólo se puede abrir para unos pocos. Para personajes que finalmente dejan de nadar en la nada.