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Voto de Gould:
6
27 de febrero de 2020
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El director Frank Perry es fundamentalmente conocido por haber dirigido en 1968 la película “El nadador” con Burt Lancaster como protagonista, una parábola algo caduca sobre las miserias contemporáneas que, en su momento, provocó un gran impacto.
Aquí, con un estilo inmediato, propio del thriller de los años 70, y el destacado protagonismo de la tensa interpretación de Cliff Robertson junto a los ligeros, pero –esta vez sí- atractivos subrayados musicales de Lalo Schiffrin, nos relata el proceso de investigación del asesinato de una joven, a pleno día, en el aparcamiento de un concurrido supermercado y de los esfuerzos de un médium por ayudar a la policía.
La película sabe jugar, con habilidad y buenas dosis de suspense, la clásica carta de la ambigüedad, y aunque mantiene un buen tono general acaba por desviarse del recto camino de la virtud argumental para terminar cayendo en alguno de los habituales vicios y banalidades del género. Consigue, eso sí, crear interés y completar una disfrutable película en la que destaca el trabajo de Cliff Robertson como intimidante inspector y de Joel Grey como médium.
Aquí, con un estilo inmediato, propio del thriller de los años 70, y el destacado protagonismo de la tensa interpretación de Cliff Robertson junto a los ligeros, pero –esta vez sí- atractivos subrayados musicales de Lalo Schiffrin, nos relata el proceso de investigación del asesinato de una joven, a pleno día, en el aparcamiento de un concurrido supermercado y de los esfuerzos de un médium por ayudar a la policía.
La película sabe jugar, con habilidad y buenas dosis de suspense, la clásica carta de la ambigüedad, y aunque mantiene un buen tono general acaba por desviarse del recto camino de la virtud argumental para terminar cayendo en alguno de los habituales vicios y banalidades del género. Consigue, eso sí, crear interés y completar una disfrutable película en la que destaca el trabajo de Cliff Robertson como intimidante inspector y de Joel Grey como médium.