Media votos
7,4
Votos
928
Críticas
664
Listas
0
Recomendaciones
- Sus votaciones a categorías
- Mis críticas favoritas
- Contacto
-
Compartir su perfil
Voto de Gould:
5
16 de diciembre de 2018
1 de 1 usuarios han encontrado esta crítica útil
Meg Swift es una escritora de novelas románticas cuya hija, Mimi -Mirna Loy-, ama a Alan -Walter Pidgeon- quien, inesperadamente, se casa con la rica heredera Elisabeth Kent -Rosalind Rusell-.Película algo olvidada del hiperactivo artesano Richard Thorpe, más conocido por sus películas de aventuras en CinemaScope de los años 50, bastante interesante por lo inusual de su retrato -no muy acabado, todo sea dicho- de una mujer perdida, confusa porque su prometido la abandonó y que pretende recuperarse sin saber muy bien qué camino tomar.
La película se concibe con un triángulo –o cuarteto amoroso -, de narración pausada, sin grandes tensiones, a ratos demasiado morosa, que va creciendo, poco a poco, hacia el territorio del melodrama romántico, con puntuales pinceladas de humor gracias al irónico personaje de Franchot Tone. Pese a que la película parece apelar a los resortes de la comedia sofisticada y elegante -y el maravilloso trío protagonista así lo indicaría- no es una comedia sino un melodrama de carácter ligero en el que destaca la bellísima Mirna Loy. Buenos diálogos, una atractiva partitura musical de Franz Waxman de inequívocos acentos gershwinianos y una cuidada fotografía de Karl Freund completan el lote de esta nada memorable pero disfrutable película.
La película se concibe con un triángulo –o cuarteto amoroso -, de narración pausada, sin grandes tensiones, a ratos demasiado morosa, que va creciendo, poco a poco, hacia el territorio del melodrama romántico, con puntuales pinceladas de humor gracias al irónico personaje de Franchot Tone. Pese a que la película parece apelar a los resortes de la comedia sofisticada y elegante -y el maravilloso trío protagonista así lo indicaría- no es una comedia sino un melodrama de carácter ligero en el que destaca la bellísima Mirna Loy. Buenos diálogos, una atractiva partitura musical de Franz Waxman de inequívocos acentos gershwinianos y una cuidada fotografía de Karl Freund completan el lote de esta nada memorable pero disfrutable película.