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Mongolia Mongolia · Pandereta's Land
Voto de tantra:
8
Thriller. Drama Catherine, una ingenua chica de veinte años que acaba de quedarse huérfana, llega a París con una maleta y un dato: el nombre de André Chatelin, renombrado cocinero y dueño de un restaurante en Les Halles, que, además, hace veinte años estuvo casado con su madre. Chatelin, para disgusto de su madre, la acoge en su casa. Poco a poco, la cándida apariencia de la chica deja paso a un comportamiento inquietante. Duvivier desconcertó al ... [+]
1 de junio de 2010
23 de 25 usuarios han encontrado esta crítica útil
Espectacular duo gastronómico-noir cocinado a fuego lento por uno de los directores galos más recomendables que puede encontrar uno en la carta. La relación cantidad-calidad-precio es bastante superior a otros franchutes con más reseñas y estrellas Michelin, que ya sabemos que los gabachos son muy chovinistas para estas cosas.

Más que una película, es un festín pantagruélico en el que tenemos como ingrediente estrella a un Gabin en estado de gracia, que parece que haya nacido con una cacerola bajo el brazo. Ver cómo elabora la bechamel, cómo sirve su Lucio a la Chatelin o como degusta un fabuloso Gewürtztraminner de 1928 (sí, sí, un vino alemán en una película de gabachos...ahí tienen las razones de su ostracismo) activa los jugos gástricos de cualquier persona con sangre en las venas.

Pero si el ingrediente principal es de calidad suprema, el acompañamiento no le va a la zaga. Una desconocida Danièle Delorme da vida a la hija de perra más manipuladora y asesinable que servidor haya visto en pantalla, dando la réplica por momentos al coloso Alexis, pese a que la peculiar nariz del maestro tome absoluto protagonismo a lo largo del metraje.

El toque trufado noir y la armonía en el plato las pone Monsieur Duvivier, sazonando al punto los ingredientes con ese cuasi-hijo de Chatelin y sus maneras exquisitas frente a los clientes, añadiendo un toque de barrica mediante ex-mujeres alcohólicas, viejunos puteros y chachas fisgonas y finalmente culminando el estallido de sabor mediante la pimienta negra que supone el protagonismo final del magnífico can César.

Tuvo que ser otro gabacho quien dijera: La venganza es un plato que se sirve frío. Un postre sin duda redondo para finiquitar el menú. La casa invita a los chupitos.
tantra
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