Un grupo de exploradores espaciales llegó a un planeta desierto con el proyecto de colonizarlo. Tras treinta años de dura supervivencia en un árido terreno esperan con ansiedad el rescate. Cuando un equipo de salvamento aterrice surgirán los conflictos, pues el capitán Benteen, el autoproclamado líder de los colonos, tiene algunas ideas excéntricas.

Rod Serling afirmó que este episodio era el mejor de la cuarta temporada. Y lo cierto es que se trata de un capítulo intenso, sin un momento de respiro, maravillosamente interpretado, poblado de grandes momentos, con un guion que ofrece todos los matices y complejidades que cabe esperar de esta serie. Se aprecian algunas de las obsesiones del creador de “The Twilight Zone”: ahí está el rechazo a las guerras y a los prejuicios, y a las injusticias que sucedían y siguen sucediendo en muchas partes del globo; de nuevo se manifiesta una visión pesimista de la condición humana.

James Whitmore (“Cadena perpetua”) encarna al capitán Benteen, un personaje difícil, tan pronto héroe como villano, dispuesto a cualquier cosa con tal de mantener el control sobre sus compañeros y protegerles del mal que anida en el corazón de la Tierra.