Harmon Gordon no puede seguir el ritmo de su joven esposa. Los años le han robado el vigor de la juventud; su piel, antes suave y lisa, se ha cubierto de arrugas; su pelo ha encanecido; sus músculos se han atrofiado. Gordon ya no es el hombre que solía ser. Está hecho una pena. Para el desguace. Una noche, víctima de la desesperación, pide ayuda a su hermano: quiere que le inyecte un suero experimental que logre rejuvenecerlo.

Es natural soñar con recuperar la salud, con volver al tiempo donde sobraban las fuerzas y apenas existían preocupaciones. Al fin y al cabo, ¿qué más puede perder el bueno de Harmon, a quien su amada ahora desprecia?

“Cuídate de las mujeres bellas y frívolas, perdición de muchos hombres honrados, o te convertirás en un ridículo pelele”. Yo diría que este es el mensaje que desliza el episodio, que elabora una poética venganza contra la esposa disoluta.