Alan Talbot viaja con su pareja al pueblo donde creció, pero muchas cosas parecen haber cambiado.

Se trata de un inquietante episodio escrito por Charles Beaumont. Tras un magnífico prólogo, nos introduce en las vicisitudes de un hombre cuyos recuerdos resultan falsos, y al que atormentan unas terribles jaquecas. La idea no es original; la diferencia con otros capítulos que parten de premisas similares -“A World of Difference”, “Person or Persons Unknown”- estriba en la justificación del fenómeno.

Algunos tienen la idea de que “The Twilight Zone” fue desde el comienzo una serie de éxito, pero su estatus de culto lo alcanzó más tarde. Los rumores de cancelación surgían al final de cada temporada. Para esta en concreto, se cambió de productor y se decidió, en contra del criterio del creador Rod Serling, ampliar la duración de los episodios a una hora. También se añadió una nueva intro, abigarrada, en la que figura una puerta.

El cambio de la duración de las entregas no resultó como se esperaba y para la quinta temporada se volvió al formato tradicional, formato en el que la serie obtuvo sus mayores logros.