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Voto de Néstor Juez:
6
Drama Después de un pequeño incidente en su pueblo de Zambia, Shula, de 9 años de edad, es acusada de brujería y enviada a un "campo de brujas", donde le dicen que si intenta escapar se convertirá en una cabra blanca. Tendrá que decidir si acepta su destino o si se arriesga en busca de la libertad. (FILMAFFINITY)
18 de marzo de 2018
1 de 3 usuarios han encontrado esta crítica útil
Tras una proyección matutina de Parque Jurásico por motivo de su 25 aniversario, las proyecciones vespertinas del domingo comenzaron con la atípica I am not a witch, drama francés ambientada en Zambia y dirigida por Rungano Nyoni. Película que no pude ver en los Cines Palacio de la prensa, pero sí esa misma noche en mi hogar. En un pequeño pueblo de Zambia, la niña de ocho años Shula (Maggie Mulubwa, excelente) es acusada de ser bruja por levantar malos augurios y provocar que a una pueblerina se le cayera el cubo de agua al pasar delante suyo. Como castigo se la destierra a un campamento de brujas en el desierto, dónde se le atará un lazo blanco y se la forzará a hacer trabajo social. Si intenta escapar, se convertirá en una cabra blanca. Silenciosa y deprimida, deberá aceptar su destino. Una película costumbrista de drama social que parte de la anécdota de la brujería y critica desde un ácido humor negro. Pese a tratar un tema muy duro, la película no carga las tintas y enseña su diégesis sin banalizar pero sin perder la gravedad, con quietud y leves coqueteos con el absurdo. El filme posee una hermosa estética y un acertado uso de la música, además de una protagonista poderosa y un relato interesante de escenarios ricos. Con todo, la película se queda en terreno de nadie, y no fuerza la máquina ni va más allá. Aún breve, pierde su razón de ser y muy temprano fluye sin pulsión, por inercia, falta de fuerza. Y muchas escenas se sienten innecesarias. Es una película asceta que, lamentablemente, se queda en poca cosa. Su absoluta lejanía del fantástico y su aburrido ritmo fueron la puntilla de los mandanguers, pero agradezco que se programen propuestas tan rompedoras. De drama aún actual, y de siempre necesario recuerdo.
Néstor Juez
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