Estamos a final del siglo XIX en Arizona cuando un joven capitán del ejército de los EE. UU. controla a los blancos para que respeten las tierras que el Gobierno ha asignado a los indios.

Es una manera de mantener la paz con los apaches. Pero hay gentes en Tucson que pretenden que los mineros vuelvan a la búsqueda del oro y presionan a las autoridades en Washington. Pronto llegará un comandante nuevo, los soldados se repliegan, y los mineros van tras el oro, invadiendo de nuevo la reserva india.

Se trata de una mediocre producción dirigida por Ray Nazarro, un director de medianía que sería al cine-western, lo que Marcial Lafuente Estefanía al mismo género novelado.

Los actores son regulares, con George Montgomery o Audrey Long, por resaltar algunos, que meramente cumplen. El guion de Garmet y Schayer es flojito y la trama sencilla.

Lo que más me ha gustado son los indios, indios de verdad, no como en las pelis de Almería o similares. Jerónimo está bien, aunque en exceso adusto. Hay tiritos, alguna batallita contra los apaches y un poco de movida de caballos, amén de oficiales encontrados: el que quiere preservar la paz en la frontera india y el que pretende ayudar a los mineros.

Hay malas artes de los blancos maliciosos para acabar con la paz de la caballería y, finalmente, tras bastantes caídos, parece que se restablece cierta cordura.

A mí, como me gusta mucho el western, pues como que me la he aguantado bien.