Apreciable es el halagüeño prólogo, la entregada Lupita, la inaudita ausencia de golpes de sonido y hasta los ingenuos chascarrillos, que demuestran que Peele no se toma en serio su peli, y eso es bueno. Pero el conjunto todo es un fiasco, y la culpa es del guión.

El prometedor Peele, que tan acertado estuvo en su opera prima, nos presenta una historia inconcebible, que limita la función a una peli de terror básico, de esas de “a ver por dónde va a aparecer ahora el bicho que asusta”, pero que no asusta. Para colmo, toda la sangre, los higadillos y las cosas divertidas quedan fuera de plano, que es más higiénico y barato.

Parece el “Funny Games” de los Lunnis. Se hace bola.