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España España · Barcelona
Voto de Quim Casals:
10
Drama Paul Javal (Michel Piccoli), un dramaturgo francés, acepta reescribir algunas escenas para "La Odisea", una película que se va a rodar en Capri bajo la dirección del renombrado director alemán Fritz Lang (Fritz Lang). En un primer encuentro con el productor norteamericano, el arrogante Prokosch (Jack Palance), el escritor deja que su mujer, la bella Camille (Brigitte Bardot), se vaya en el coche con el productor a la finca de éste. Este ... [+]
26 de octubre de 2005
133 de 168 usuarios han encontrado esta crítica útil
Aparentemente, no es El desprecio el prototipo de película de Godard, en tanto que apenas se hallan en ella sus rasgos estilísticos más reconocibles: el montaje entrecortado, los cambios bruscos de tono y de género, el ritmo sincopado, el uso de carteles, el humor grotesco, etc. Bien al contrario, se trata de una estilizada historia contada básicamente a través de elegantes planos-secuencia de brillante y hermosa textura fotográfica, asemejándose a la estética del cine clásico "convencional".
Pertenece también a la primera etapa de su obra, que podríamos denominar "narrativa", en el sentido que todavía "cuenta una historia" con una linealidad argumental definida que el espectador puede seguir sin ningún problema.
Pero, precisamente porqué Godard no filma una película "de Godard" —como ya había hecho en más de una ocasión limitándose, en el fondo, a dar lo que ya se esperaba de él— se muestra más valiente y audaz que nunca.
En mi opinión, asistimos a su primera obra de auténtica madurez, donde se muestra menos interesado en llamar la atención sobre sí mismo que en adecuar, de manera magistral, lo que cuenta con la manera de contarlo. De ahí que el impecable discurso fílmico nos lleve inexorablemente al discurso de fondo más genuino y, probablemente, más complejo de este autor: la disección de los problemas de comunicación en la pareja, el pesimismo existencial, los sentimientos contradictorios respecto del cine y de la industria del cine... se muestran en El desprecio de manera más desnuda y menos artificiosa que nunca, libre también de los momentos pedantescos que de vez en cuando lastran algunas de sus obras. E incluso consigue que una actriz tan limitada como B.B. nos parezca insustituible en su rol.
Mención especial merece la partitura de Georges Delerue, a mi juicio una de las más hermosas de la historia y que consigue que cualquier evocación de El desprecio —como ocurre con El tercer hombre o Solo ante el peligro— no pueda llevarse a cabo sin rememorar a su vez la maravillosa música que la acompaña.
Quim Casals
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