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España España · Barcelona
Voto de Quim Casals:
8
Drama Cuando muere su madre tras una larga enfermedad, los siete hermanos Hook la entierran en el jardín, pues temen ser separados y enviados a distintos orfanatos. (FILMAFFINITY)
26 de mayo de 2011
42 de 48 usuarios han encontrado esta crítica útil
Pocas cosas más espeluznantes hay en este mundo cinéfilo que cerrar los ojos y oír el doblaje al castellano de voces infantiles. Pero más allá de este inconveniente histórico aún no resuelto en nuestra industria y aquí multiplicado por siete, en muchos otros aspectos —en este caso sí positivos— resulta espeluznante "Our Mother’s House" (sí, la libre traducción de los títulos extranjeros es otro de esos inconvenientes… ).

Ha sido una muy agradable sorpresa descubrir este film poéticamente macabro y oníricamente real sobre unos niños que se "autogestionan" al morir su madre y deciden mantener el secreto enterrándola en el jardín. Una premisa de este tipo podría dar lugar a muchas películas, desde el melodrama desmesurado hasta la comedia de humor más negro, y el gran acierto de Clayton reside, a mi juicio, en que se aleja de todos los tópicos que cabría esperar y nos envuelve en una sumamente original y fascinante atmósfera plagada de extrañeza, inquietud, turbación, suspense y terror psicológico.

Este acertado tono confiere a la película una inusitada intemporalidad que ha provocado que, pese a sus irregularidades (la ruptura narrativa que supone la llegada del padre y, sobre todo, la manera de dibujar ese personaje, para mí el aspecto menos sutil de la película), mi sensación de desasosiego supere la que experimenté con el clásico del propio Clayton "Suspense" (magnífica y más equilibrada, pero en la que, al responder a códigos genéricos más estrictos, percibo más el paso del tiempo).

El director juega estupendamente con los espacios. Con una fotografía otoñal y terrosa, que puede recordar la de Bergman en "Pasión", a menudo vemos a los hermanos en el interior de abigarrados planos, generando así una sensación de asfixia ambiental y ahogo existencial, acorde con la represiva educación recibida. Es de justicia en este punto resaltar el más que espléndido trabajo de los niños, pieza clave para que el film funcione, y que incluso eclipsa a un intérprete de la talla de Bogarde.

En la misma tradición de "Supense", el relato se nutre de sugerencias: la luz de la mañana bañando la cama matrimonial vacía es más contundente que la visualización del entierro en el jardín. También una calle que generalmente vemos en perspectiva, con los personajes alejándose, muestra la disociación de dos ámbitos, el exterior y el de la casa, geográficamente juntos pero mentalmente separados por el abismo que divide el mundo secreto de los niños del de los adultos. Una fugaz pero intensa mirada de la niña "espiritista" con el padre dice más que cualquier posible diálogo. Y ejemplar es comprobar cómo unas tijeras para cortar el pelo pueden causar más pavor que la sierra mecánica para descuartizar cuerpos en cualquier thriller al uso.

Como colofón, señalar la participación de Yootha Joyce, para toda una generación de espectadores televisivos la inolvidable señora Roper.
Quim Casals
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