Un hipnotizador -Boris Karloff- ha logrado construir una curiosa máquina. Visualmente temible, es una silla con electrodos que permite convertir en realidad la pretensión de que el hombre se introduzca en la mente ajena y ensaye hipnósis a la distancia, dominando su voluntad. El problema se suscita cuando él y su mujer tienen ideas diferentes acerca de lo que debe hacer o dejar de hacer el joven que es empleado como conejillo de Indias para experimentar la eficacia de la flamante silla. Con un ritmo razonable, una agradable partitura, con una presencia fuerte de la batería, es un film que se deja ver, sumado a la presencia escénica de los actores del elenco principal y de reparto. Por último, habrá una importante situación, con un desenlace vigoroso cuando la disputa entre los hechiceros por el dominio del joven se vuelva ingobernable.