Lo que me fascina de esta maravilla de Raimi es su capacidad para generar un desasosiego brutal al ver a unos personajes que se siguen aferrando a un sueño, ignorando el dolor que causan y que les causa. Me impresiona ver cómo la alegría de encontrarse un tesoro se convierte en una pesadilla personal, y, por qué no decirlo, ver cómo sus circunstancias les obligan a seguir creyendo en una realidad cada vez más utópica y menos palpable.

El reparto está perfecto, todos los personajes sin excepción terminan llevándote a su terreno y mostrando que las cosas no son tan sencillas como vemos en un principio. En especial Billy Bob Thornton en un papel muy sorprendente y humano, que empieza pareciendo el típico secundario gracioso pero luego se muestra en toda su crudeza. Impresionante la escena del coche en la que confiesa que no ha besado nunca a una chica, es imposible no sentir pena por un personaje sincerándose de esta manera. Pero al mismo nivel está la pareja protagonista, tanto los planes cada vez más descabellados de Bridget Fonda como la seguridad fingida por Bill Paxton.

Es cierto que los tipos no tienen muchas luces. Sólo hay que pensar en la primera muerte para darse cuenta de lo que se podría haber evitado. ¿Y si en vez de rematarlo, Hank hubiera disculpado a Jacob, diciendo que le intentaba hacer una broma tirándole de la moto y huyó despavorido al pensar que lo había matado? Pero no se le ocurre, y lo mata. Y claro, yo, como espectador, lo veo y señalo la escena diciendo: "joder, qué inverosímil, a mí sí que se me hubiera ocurrido lo que había que hacer". Claro, que es muy fácil decirlo cuando estoy sentado en el sillón, ajeno a la tensión y a todo lo que debe estar pasando por la cabeza de un personaje en una situación extrema.

El punto más interesante de esta película, en mi opinión, es la imperfección de sus personajes. No están ahí para salvar el día con su plan infalible, sino que son humanos y cometen errores. Muchos, uno detrás de otro, y convierten el plan más sencillo del mundo en el más retorcido y recambolesco. Y todo esto, ¿para qué? Para nada.

Para mí es un diez. Se me pide que me meta en la historia y lo hago. Los personajes me resultan cercanos y comprensibles, la película me transmite sus sentimientos y la incredulidad de lo que ocurre da paso a una comprensión desde el contexto y la situación de todos ellos. Si una historia logra este nivel de implicación personal, sólo puede ser una obra maestra.