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Voto de Amin Adabaman:
6
Drama Narra el retorno de tres soldados y las dificultades que encontrarán para reintegrarse a la vida civil: Perry no puede aceptar el hecho de haber perdido las piernas en combate, William tiene problemas económicos, y Cliff no sabe qué hacer con su vida, pero cuenta con el apoyo de una joven viuda de guerra. (FILMAFFINITY)
12 de junio de 2013
5 de 7 usuarios han encontrado esta crítica útil
Existe cierta poética cinematográfica que tuvo su época y que irremediablemente se perdió, como otras poéticas han ido apareciendo, perdiéndose igualmente luego, una tras otra. Todo tiende a su desaparición, hasta el fin del tiempo, como dice la canción y como se titula esta película.

Claro, queda la película misma, para que la vean –la revivan, la resuciten– los futuros espectadores. Pero a veces existen obstáculos que impiden acceder limpiamente a esas imágenes del pasado, y no necesariamente porque no haya sido editada en dvd (pues no es el caso). Y uno de esos obstáculos puede ser el del tópico. ¿Una película sobre la vuelta de los soldados tras la guerra, las heridas, visibles o no, y las enormes dificultades para adaptarse a la vida civil? Esto ya se ha hecho muchas veces, y de una forma inmejorable con Los mejores años de nuestra vida. También se pueden atacar los dos tópicos: una película no solo trata sobre algo, no solo es un argumento, y ninguna es inmejorable, siendo muy valiosa Los mejores años de nuestra vida, pues cualquier cosa puede y debe ser abordada desde muchos puntos de vista. Entonces uno puede tratar de ver la película en cuestión de una forma más limpia de comparaciones. Y disfrutar de esa poética que digo.

No es que Dmytryk tuviera un estilo muy definido, ni se adhiriera a una poética muy específica a lo largo de su larga trayectoria. En esta película en concreto, recoge algo que está en la época. Pero solo un año después volvía a un argumento de soldados recién regresados a la vida civil, con Robert Mitchum otra vez de protagonista, si bien entonces con unos presupuestos enteramente distintos, argumentales y visuales. Me refiero a Encrucijada de odios (1947). Lo que casi todas las películas de Dmytryk tienen en común es el buen hacer, notándose que siempre se sirvió de los materiales de los que disponía en cada ocasión, seguro que a menudo impuestos por las circunstancias (económicas, sin duda; políticas, también; de justificación personal, a partir de cierto momento, evidentemente).

Veamos eso de la “poética” específica de Hasta el fin del tiempo. Hay elementos, he dicho, de la época. En 1946, año de su producción, todavía se podían usar elementos visuales específicamente expresionistas sin hacer una película expresionista en absoluto. Hay muchos encuadres, planificaciones, usos de geometrías y de sombras que vienen directamente de aquella estética, pero metidos en un conjunto de realismo cotidiano muy distinto. Por otro lado, hay una iluminación que en ocasiones tienden a una abstracción ensoñadora que ayuda a recalcar cierta evasión de la realidad que viven los personajes, reincorporados de golpe a una vida de la que se habían ausentado.

Al espectador actual le puede sorprender encontrarse con un guión tan bien escrito. La historia resulta sin duda muy sencilla, pero es evidente que esto es lo que se buscaba. En cambio, hay que ver lo bien que dicen los personajes sus palabras. No es que hablen bien, en un sentido académico, sino que se ajusta muy bien lo que dicen y su decir en el contexto. Incluso la ingenuidad de los comportamientos tiene mucho de esa poética epocal.

A un joven Mitchum se unen los hoy muy olvidados Dorothy McGuire y Guy Madison, todos ellos impecables, como el resto del reparto. A veces uno ve una película como esta y la recibe como la participación (me cuesta decir testimonio) de una vivencia de algo que pasó y que estaba ahí no perdido del todo para, de alguna manera, revivirlo.
Amin Adabaman
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