Qué fácil resulta coger una película de éxito y hacer una secuela; lo malo es que es sencillo si lo que se pretende es vender un producto elaboradito, empaquetadito y listo para consumir, pero la cosa se complica mucho más si los responsables quisieran añadir aunque sólo fuera una pizca de talento a dicho producto.
Bien, pues aquí se pierde lo que podría ser original en la primera de la saga, con ese ratón adoptado por unos humanos, y todo lo que se hace es exprimir a los mismos personajes, con un par de añadidos nuevos, crear situaciones nuevas, aún menos estimulantes que las de la primera, y potenciar el "buenrollismo", es decir, una supuesta intención educativa de promoción de valores positivos. Así, lo único que se crea es una cierta sensación de hastío, de peli ya vista, y nada más, al menos es cortita, lo que es de agradecer en producciones de un perfil imaginativo tan bajo.
No me meto en el crimen de doblar al castellano las voces originales de los personajes animados (James Woods, Nathan Lane, Melanie Griffith y Michael J. Fox) por Emilio Aragón y sus secuaces.