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Estados Unidos Estados Unidos · New York
Voto de Lucien:
8
Drama. Intriga Inglaterra Isabelina, siglo XVI. El film plantea una cuestión que, durante siglos, han debatido académicos y grandes escritores desde Mark Twain y Charles Dickens hasta Henry James y Sigmund Freud: ¿quién fue el autor de las obras de teatro atribuidas tradicionalmente a William Shakespeare? Se han escrito muchos libros y se han barajado muchas hipótesis al respecto, entre ellas la que ofrece Anonymous. La Inglaterra Isabelina fue un ... [+]
29 de octubre de 2011
42 de 55 usuarios han encontrado esta crítica útil
Roland Emmerich cumple con "Anonymous" la que hasta la fecha es su mejor película (lo que no es mucho, teniendo en cuenta su peculiar curriculum).
En esta ocasión, el director nos trae una obra donde por encima de todo brilla el amor al teatro y a la poesía, lo cual, a pesar de las limitaciones actorales y de lo criticable de sus teorías, consigue el objetivo de cautivarnos.
La película comienza con Dereck Jacobi a punto de entrar en escena y se cierra en una estructura con el público, nosotros, abandonando la sala, siguiendo una estructura perfectamente cerrada. La obra se abre dentro del teatro, como debía ser. De este modo, Emmerich nos conduce de nuevo al teatro, hoy tan olvidado, y hace uso del teatro dentro del teatro. Recuérdese que nada hay más barroco que la ficción dentro de la ficción (Velazquez y las Meninas, los diversos planos del Quijote, el teatro dentro del teatro en Hamlet...). Con dichas premisas la película arranca bien.
Es entonces cuando el viaje empieza con sus altibajos. El nivel de la interpretación, el efectismo de ciertos pasajes y el clima de culebrón dan lugar a impresiones encontradas. Algo chirría entre la maravillosa puesta en escena y ni siquiera la fastuosidad de decorados o de planos cenitales, terminan de disfrazarlo.
Uno tiene la impresión de que hay algo bellísimo en el modo en que nos habla del autor anónimo, que accede a ser suplantado por el mediocre actor William Shakespeare para poder proseguir con su caudal incontenible de poesía, y de que toda esa belleza no acaba de atarse con verdadero amor al verbo o a la imagen.
Los personajes aparecen con excesivo simplismo y ni siquiera la aparición de la Redgrave le da mayor solidez.
Habrá quien critique con motivo la teoría de la que parte el film, a saber, que fue The Earl of Oxford, amante de la reina Isabel de Inglaterra, el verdadero autor, y que, usando al escritor Ben Johnson como portador y al actor William Shakespeare como marioneta, pudo estrenar sus obras sin poner en riesgo su situación social. Creo, sin embargo, que no son pertinentes en una obra de ficción como esta las tan esperables críticas históricas (que ya Ebert expone en la crítica que ofrece FA). Nadie, a estas alturas, le tira piedras a Milos Forman por hacer de Mozart un payaso, o le dice a Dumas que Richelieu no era el sumum de perversidad de "Los tres mosqueteros". Dejemos pues en la ficción lo que la ficción es, y valoremos ante todo en los tiempos que corren que alguien se atreva a hacer un film donde se hable de historia, literatura y amor a la palabra.
Con eso, yo simplemente me conformo. Sea quien fuera el autor de las obras atribuidas a Shakespeare, resulta emocionante que aún podamos vivir, en la escena, o en un rincón de casa, de la magia de la gran literatura. Hoy Emmerich nos trajo un poquito de esto. Solo por ello le doy un ocho.
Lucien
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