En una choza de madera de aspecto entrañable, que representa a la perfección la comodidad y placeres de la vida rural se esconde una pared llena de cabezas de animales, cabezas de presas, víctimas a manos de sus implacables cazadores que mantienen en su máximo esplendor su instinto asesino. El hombre que es un animal, debe consagrarse como una bestia, demostrar que es un espécimen fuerte de verdad, fuerza que simboliza el valor más respetado y temido, y por tanto el más importante, pero que está a la altura de la caverna de la época prehistórica y que a lo único a lo que invita es a una continua sesión de violencia, fruto del ADN en el que ya llevan implantados a fuego el gen de la violencia estas personas. Da auténtico miedo.

Lo más interesante de esta película son las macabras insinuaciones que se hacen al porvenir,se hace verdaderamente interesante y aterrador observar los juegos de palabras de Rutger Hauer y Gary Busey entre otros que lanzan siniestros presagios a lo que va a suceder mañana. Una serie B desconocida con buena realización sin embargo que explica que esos cazadores un tanto especiales y que lejos de conformarse con disfrutar de la muerte del cerdo de cuya carne están comiendo, tienen al lado una sala cerrada con un candado en el que guardan las cabezas de sus víctimas especiales. Lo cierto es que la explicación del histriónico y enérgico 'psicólogo' Gary Busey lo explica practicamente todo. Personas sin remordimientos, salvajes asesinos, cazadores de presas amantes de la tendencia perfeccionista para satisfacer así su insaciable impulso asesino, que es lo que los incita a cometer estas barbaridades, algo normal que se mantiene como constante en su orden del día. Cazadores con sus rifles y con sus balas que campan a sus anchas por los bosques que han pasado ser de su propiedad y en cuyas inmediaciones no está a salvo ningún ser vivo, aspirantes a convertirse en presas de los violentos ejecutores, vasallos del demonio que no son otros que personas normales y corrientes del día a día, con las que te cruzas en la calle.

Algunos están muy bien envueltos en una apacible figura de sosegado, inteligente y culto escritor (como el fantástico Rutger Hauer) amoldados así de una manera artificial de su entorno, dando lugar a lo que se han convertido. Muy interesante de observar. Más la primera parte que la segunda diría yo. Los efectos especiales están conseguidos pero es que esta cinta recuerda mucho a 'Blanco Humano', de Van Damme, del año anterior y dirigida por un auténtico especialista en el género de la acción, John Woo y contra la que esta no puede competir en este apartado, al ser la anterior tan espectacular y vistosa. Aparte de que se aprecian algunos matices cutres y forzados en el progreso de la situación que no convencen demasiado. No los quiero nombrar por no extenderme demasiado, pero los que habéis visto la película sabéis perfectamente a lo que me refiero, pues salta a la vista. Pero por lo que se hace esta película recomendable es por exhibir de una manera tan empatizante la existencia del perfil medio de la presa y esos presagios, un juego psicológico que se hace gustoso de presenciar.

Pero toda bestia inmunda se enfrenta en algún momento a su inexcrutable final, un castigo algo inverosímil en este caso, diría yo, pero castigo. Una penintencia que contra todo pronóstico que no deja opción alguna a la redención, y supone una aniquilación en masa, un ajusticiamiento colectivo, por una parte debido a la naturaleza salvaje de los pecadores, empujados por su automatismo depredador a seguir luchando contra el enemigo, al que ven como animal, aunque no haya ninguna posibilidad de ganar. ¿Pero quienes son aquí los animales? Visualización recomendable.