Me sorprende que la taquilla esté respondiendo tan bien a «Megalodón», título en castellano que no sé si le hace un favor o no a la película. Supongo que Jason Statham tiene tirón y la gente en verano lo que quiere es reírse, así que nada mejor que una película donde un tiburón gigante se come a bañistas en la playa.

Admito que miro «Megalodón» con simpatía, sin maldad ninguna, porque la película no tiene maldad ni más pretensiones que hacer pasar el rato explotando la fórmula de «Sharknado» pero con más millones y recursos, lo que se traduce en una versión mejorada de la franquicia. Las dos horas que dura son innecesarias y la historia no aporta nada que no se haya visto ya, ni siquiera añade ironía, mala leche, algo diferente, y esto es un fallo a mi parecer. Si tienes la oportunidad de hacer una frikada a lo grande, hazlo y no mezcles géneros que no vienen a cuento ni caben. Meter subtramas dramáticas en una película como esta es un error de los grandes. O al contrario: si quieres que solo sea drama, entonces echa leña al fuego y haz un thriller a lo bestia. Lo que no me gusta son las medias tintas y «Megalodón» se queda en esa tibieza, y torpeza, en la que gastas una broma mientras el megalodón te está atacando en medio de un discursito tierno de despedida. Hombre, no.

Tiene poco sentido, pero es medio entretenida.

Y además está Pippin.