”Nunca más te dolerá la cabeza
Caerás sin más un día cualquiera.”

Morirás, Espanto

El Refugio Del Miedo es un muy estimable film fantástico español en la onda del género ”gente esperando el fin del mundo en un espacio acotado mientras todos desconfían de todos”, rollo Cloverfield Lane 10, La Cosa, el episodio aquel de The Outer Limits de varios búnkers subterráneos interconectados que a saber qué nombre tenía y, por qué no, Mar Adentro, pues Ramón Sampedro no se movía de la cama y su diálogo mental interno era tarifante para consigo mismo respecto si seguir vivo o planchar el gorro de forma asistida.

Lo curioso es que, a diferencia de otros films donde las disputas surgen de las miradas suspicaces a terceros y el no creerse nada de lo que te dicen, aquí el roce, como no podía ser de otra forma cuando los implicados son gente española, surge de la mera convivencia. Del estar aburridos y a falta de algo mejor que hacer hasta que el alto mando disponga directrices operativas: fumar para molestar a los demás, robarle los myolastanes a quien sólo le quedan dos -un poco por un tirón muscular de tanto jugar al billar y un mucho por joder- y, ya que estamos, yacer cada uno y cada una con las parejas que no son las suyas. La quintaesencia de la idiosincrasia española, vaya, no ser capaces de guardar el orden ni ante una circunstancia tan señalada como es el fin del mundo.

Teresa Gimpera, una vez más, está que se sale. Y es muy bonito el detalle de todo lo que concierne a las amenazas con delitos de sedición que se traen entre los dos militares y el subsiguiente Tribunal De Guerra, en la línea de otro clásico del género: las conductas del todo absurdas por tener en cuenta constructos de la sociedad civil ya del todo obsoletos una vez uno se encuentra inmerso en un escenario apocalíptico.