Pero sólo como presentación resultaría excelente esta cinta atada a los inicios de "Dragon ball", con la infantilización que susodicho nexo supone, aunque aun y así logre resultar divertida y verdaderamente amena debido a la multitud de personajes que se llegan a presentar (Woolong, Yamsha, Bulma, Mutenroi, etc...) en poco menos de cuarenta minutos, dando ligeras pinceladas sobre las características de cada uno de ellos.

La historia no podría ser más simple, pero tampoco más eficaz para tratarse de una introducción a ese pequeño mundo que componen las bolas de dragón, por encima de todo, y el dragón Sheron, aquel que concederá un deseo a quien una susodichas bolas.
Y sobre eso gira el relato que, como no, a lo único que aspira es a lograr que el respetable pase un agradable rato ante la pantalla viendo a sus personajes favoritos pulular por ella peleando, haciendo el gamberro y todos esos menesteres tan típicos ya dentro del mundo "Dragon ball".

Así pues, ni la excesiva ingenuidad de la que hace gala el producto, ni la justa pero sencilla animación quitan ni un sólo ápice de encanto a esta, la primera película sobre Goku y sus compañeros que, para qué mentir, no podría dar pie del mejor modo dejando tras de sí tan carismáticos protagonistas como increíbles maneras.