Todavía hay directores que se creen en España, que como nos rocían con mucha caspa al cabo del año, si se curran una factura medianamente buena y lo tiñen todo con una fotografía en cierto modo potente, ya tienen media faena hecha. Ilusos.

Los problemas de "Hierro" pues, no vienen de que no sea un film ciertamente atmosférico (aunque por lo general rompa esa irregular atmósfera con deficiencias actorales o un guión que se patea todos los tópicos del género habidos y por haber para servirnos en bandeja un frío y nada maduro retrato psicológico), sino de la mano de su realizador, Gabe Ibañez, que intenta abordar su film como si de un drama psicológico de cierto calado se tratase, pero lo único que logra es dar vueltas y más vueltas sobre un mismo eje sin preocuparse lo más mínimo por el personaje en cuya psique pretende introducirnos, y ciñiéndose más bien a una pueril y mil veces vista investigación, además de a algunos tintes que le dan al debut de Ibañez ese toque fantástico y esas pretendidas puntadas de intriga que no llegan a ningún sitio, básicamente porque no logran tensar el hilo en ningún momento, y mucho menos poner a su protagónica contra las cuerdas.

Otro hecho a destacar, y en este caso para mal, es el de unos intérpretes que en este país se tienden a infravalorar por muchos motivos y a atacar (y con razón, todo sea dicho) por los incorregibles problemas de dicción, pero a los que en este caso cualquier comentario positivo debiera ser una mera coincidencia. Porque una cosa es que no le des empaque a tu personaje o algo de intensidad que es lo que requería el que tiene entre manos Elena Anaya, pero otra que o los de sonido no se aclaren o haya llegado un punto donde los problemas de dicción antes mentados queden a un lado para hacer sitio a un énfasis tan pobre en el tono de los actores, que a uno no se le antoja otra cosa que para lo único que estaba ahí el tal Gabe Ibañez era para desnudar a la Anaya cada quince minutos y poco más, porque si la labor principal de un realizador, que es dirigir a sus actores, se cumple con una precariedad tan evidente como la mostrada, lo único que queda es encomendarse a un guión bueno o una conclusión tremendamente original, cosa que, obviamente, "Hierro" tampoco tiene. Y así ha salido.