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España España · Zaragoza
Voto de el chulucu:
2
Drama Celestine consigue trabajo como doncella en la mansión de los Lanlaire, una decadente y excéntrica familia aristocrática. Su objetivo es servirse de su belleza para seducir a un hombre rico, pero el señor Lanlaire no parece el hombre adecuado debido al férreo control que su madre ejerce sobre él con la ayuda de un extraño mayordomo. (FILMAFFINITY)
30 de marzo de 2011
15 de 28 usuarios han encontrado esta crítica útil
No entiendo el bombo y platillo que se le da a las películas de Renoir. El parisino fue un director normalito que incurrió además, en algunas de sus películas -curiosamente las aclamadas por los críticos como obras maestras- en una falta gravísima para el cine y, sobre todo, para el espectador: el aburrimiento. En esto del cine, ya te pueden hablar maravillas de la fotografía, de los juegos de luces y sombras, de la puesta en escena, del tratamiento de los personajes, etc, etc, etc... Cuando la película es un rollo, es un rollo y punto.
"Diario de una camarera" cuenta la historia de Celestine. Es una atractiva doncella que entrará a trabajar en la casa de los Lanlaire. Pronto su belleza y simpatía causarán furor, y los hombres de la casa y alrededores comenzarán a cortejarla cada uno a su manera.
La película, que apunta buenas maneras en sus primeros minutos, se convierte enseguida en un espectáculo grotesco y sin sentido. Personajes ridículos diciendo y haciendo tonterías, aunque realmente no son tonterías, son auténticas chorradas. Un argumento muy poco consistente, ritmo narrativo desigual y, sobre todo, un proceso de transición inexistente, entre lo cómico y lo trágico; en una casa se rien, en esa casa asesinan, en una calle festejan, en la misma calle enloquecen; y entre una acción y la otra apenas un par de minutos, o menos.
Mención aparte merece Paulette Goddard. Su interpretación es extraordinaria. Ella 'es' la película, de hecho casi la salva y todo. No, no tenía que ser fácil meterse en la piel de una persona como Celestine. Bueno, meterse en la piel puede que sí fuera fácil, pero interpretarla con esa gracia, esa naturalidad y esa gestualidad única y exclusivamente del rostro (en especial los ojos) sin caer en la tentación del histrionismo barato y del amaneramiento, nos puede dar una idea de lo excelente actriz que fue Paulette Goddard.
Al que habría que mencionar aparte, pero que muy aparte, es a Burgess Meredith. No contento con ofrecernos una actuación deplorable y absolutamente ridícula, participa también como productor de la película y guionista. Seguramente anticipando el 'mazazo' que le iba a dar al cine un año después con su patética "El hombre de la torre Eiffel", en la que no sacaba partido ni del mismísimo Charles Laughton.
el chulucu
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